Pasamos gran parte de nuestros días trabajando, es un elemento clave en nuestro andar diario. No importa qué clase de actividad realicemos, ni la distancia que recorramos para alcanzarlo, pasamos más tiempo trabajando que disfrutando de la vida. Dios quiere que podamos obtener un equilibrio. Que usemos el tiempo de la mejor manera posible y que nuestro trabajo tenga un fin o un propósito determinado. Por ejemplo, en nuestra compañía tenemos como misión el proporcionar los recursos necesarios a fin de alcanzar a las personas para Jesucristo y ayudarlas a crecer en su fe. Todos nuestros esfuerzos como empresa y como personal que dedicamos tiempo en nuestro empleo es el de proveer recursos útiles a las personas.
Trabajo creativo
Este concepto se asemeja mucho a la VISIÓN. Todo comienza en nuestra disposición mental, ser creativo es pensar. Es poder imaginarnos qué sucederá con nuestro esfuerzo. Según Michael Slaughter, en su libro “Dinámica para vivir”, editado en español por Vida/Zondervan, “usted debe concebir algo antes de poder lograrlo, por eso es que la Biblia nos habla acerca de renovar nuestras mentes (Romanos 12:1-2). Renovar mi mente significa que debo ser flexible”.
Cuenta la historia que cuando Beethoven compuso la novena sinfonía ya estaba sordo como una tapia. Popularmente diríamos que si no escucha no podría crear algo tan bello y profundo musicalmente. Sin embargo, el genial músico lo pensó, lo imaginó en su mente y luego lo escribió. El resto de la historia la conocemos, millones de veces cientos de personas escucharon la creación de un sordo y las más prestigiosas sinfónicas de todo el mundo ejecutaron y ejecutan a la perfección la mencionada obra musical.
Flexibilidad no es flojera
Dios busca mentes renovadas y flexibles para que en ellas germinen las más grandes y extraordinarias ideas comunes pero que sean útiles y prácticas en nuestras tareas. Dios es un Dios de cosas nuevas, de ideas frescas e innovadoras. ¿Recuerdas la parábola de los odres viejos y los odres nuevos? El Señor no pondría su mejor vino en un recipiente viejo que hiciera perder sus propiedades de sabor, color, consistencia, etc. Las buenas ideas son sembradas en mentes que no se aferran a estructuras rígidas que no están sujetas a la práctica de la flexibilidad, a la disciplina diaria de la renovación del pensamiento. El mayor obstáculo para avanzar son nuestras viejas ideas, aquellas que nos remontan a “nunca antes lo hicimos de esta manera, si no lo hacemos así no funcionará”.
En los tiempos de Colón, comunicarse podría llevar toda una vida. Hoy, cuando viajo a otros países con mi esposa Patricia, puedo comunicarme con nuestros hijos con mi teléfono celular en cualquier parte del mundo. Eso es un cambio de mente, una renovación en la manera de pensar y resolver nuestros dilemas diarios.
Todos los días tomo el trabajo de leer la prensa nacional e internacional, además de las publicaciones cristianas, ya sea en inglés o en español. El mantenerme informado es parte del trabajo diario. Ensanchar mi mente es algo que duele, lleva su esfuerzo. Algunos dirán “no me gusta leer”, pero recuerdo la Palabra de Dios que dice que ninguna disciplina es agradable al momento de recibirla sino más bien algo costoso. Pero si no nos disciplinamos en renovar nuestro entendimiento será difícil renovarnos según las ideas y planes de Dios.
La señora Excelencia
La excelencia es una de nuestras metas en la misión que mantenemos como compañía. Dios es un Dios de excelencia. Cuando nos comprometemos con la excelencia, honramos a Dios y mejoramos nuestra autoestima. Esto es algo que el común de la gente necesita mejorar: autoestima. Ofreciendo lo mejor de nosotros mismos nuestra autoestima mejora, cuando lo hacemos para Dios toma el equilibrio justo para tener una vida saludable en todos los aspectos.
Cuando nuestro trabajo refleja la excelencia de Dios, llegamos al final del día y podemos expresarle al Creador: ¡Gracias Señor! ¡Lo hicimos bien hoy! Entender que dentro del plan maestro hicimos nuestra parte de la mejor manera.
Ahora bien, la excelencia no significa comparar nuestro trabajo con el de otro. Más bien responde a una lógica según Dios. Nuestra excelencia es manifestada como tal cuando incluimos a otros y juntos realizamos un mejor desempeño en nuestras labores. Es como ir en un viaje en ascenso. Observemos hacia donde está el Alto y Sublime. El sentido de enfoque proviene de nuestra disciplina de aprender todos los días, y lo mejor está por venir.
El trabajo redentor
¿Cuánto trabajas a la semana? Muchos dirán que entre 40 y 50 horas o más. ¿Cuál es la perspectiva del trabajo según los principios bíblicos? El trabajo es una manera de adoración. Volvamos a Romanos 12:1. La palabra griega que se usa para adoración es la misma que se usa para servicio. Adorar es prestarle a Dios un servicio físico, es una ofrenda al Señor.
El motivo de nuestro trabajo es rendir un servicio a Dios. Significa ser parte a diario de la obra redentora de Dios en nuestro mundo. Esa es la razón verdadera por la cual trabajamos a diario.