De redes y medios
Se te asocia muchísimo con los medios de comunicación, pero, si bien alguna vez tuviste apariciones en la televisión abierta de la Argentina, no se te recuerda conduciendo un ciclo en alguno de los canales grandes. ¿Cómo llegó esta posibilidad de ir al 9?
Hice programas en Mega TV (USA) y Tv Azteca (para México) durante los últimos diez años. En Argentina, solo estuve en el viejo ATC allá por el año 1997 y luego pasé a un canal de cable (Magazine).
Esta propuesta vino a partir de asociarme con Pergolini y comenzar a generar contenidos para diversas plataformas. Cuando él se hizo cargo del área multimedia de El Nueve, se nos ocurrió que podíamos desembarcar con este programa, junto con Go-Lab, que también es la productora de Mario.
Trascendió que este nuevo espacio será un mix entre “La divina noche” y “Un sol para los chicos”. ¿Qué hay de cierto? ¿Qué hay de falso? ¿Y qué hay de invento de este cronista?
El programa no puede definirse como un “late night” tradicional, aunque tiene una manufactura de industria; o sea, es un programa internacional. Pero tiene un perfil solidario, en el que mostramos a “Argentinos haciendo cosas por otros Argentinos”, una serie de informes periodísticos a cargo de Andrés Repetto, además de grandes invitados, reflexiones y hasta nos permitimos bucear por la nostalgia. Está muy bueno, porque básicamente es un programa sano, con valores muy profundos y para toda la familia.
¿Se puede decir que hubo un antes y un después de Pergolini en tu vida de comunicador social?
Sin duda, conocer a Mario y hacernos amigos, disparó muchas ideas. Nos caímos bien recíprocamente y empezamos a soñar con hacer cosas que ambos teníamos ganas de hacer. El quería producir, pero no se daba el espacio, el tiempo y fundamentalmente la conexión societaria.
El eficaz manejo de las redes sociales es uno de tus distintivos. Basta con que hagas un posteo para que en los siguientes diez minutos haya una catarata de comentarios, de los lindos y de los otros. ¿Cuándo fue que dejaste de molestarte por los comentarios mordaces de una parte de la población cristiana y pasaste a jugar con la ironía a través de tus respuestas?
Los que opinan en las redes no son serios; hay que tomarlos como son, solo gente con ganas de opinar, y está bien. Pero no se trata de la vida real. En las redes, comencé a diferenciar al cristiano verdadero del evangélico promedio. El cristiano es el que tiene a Cristo en su corazón y sus frutos lo demuestran. El típico evangélico, es el que suele aparecer en línea denigrando, insultando, mandando al infierno, criticando, denostando, arrojando basura, todo escudado en “la sana doctrina”. El evangélico promedio, es fundamentalista en esencia; tira su verborrea venenosa y termina la frase diciendo: “Que Dios te bendiga”. Y si le respondes, se victimiza y te dice: “¿Así respondería Jesús? ¡Que grosero! ¡Que soberbio!”.
El verdadero cristiano, sin embargo, jamás se atreve a juzgar, a adjetivar, a hablar mal del otro. Yo respeto mucho al cristiano, al católico y al ateo, porque todos ellos tienen una mínima ética y respeto. El evangélico promedio, simula que pregunta algo, pero si lo notas, nunca está pidiendo información; siempre está juzgando; necesita arrojar su desecho verbal, porque lamentablemente así, le enseñaron en la mayoría de sus Iglesias.
Una vez que salga mi programa al aire, estoy consciente que el peor ataque no vendrá de parte del inconverso o el católico, sino de muchos evangélicos; es el único ejército que mata a sus propios soldados. Y estoy listo para eso, tengo años de entrenamiento.
Pensamientos pandémicos
La pandemia disminuyó y hasta anuló a muchísimas congregaciones que no supieron o no pudieron estar a la altura de la crisis mundial que se vivió. Sin embargo, River Arena pareció haber multiplicado su labor en el transcurso de la misma. ¿Qué fue lo primero que pasó por tu cabeza cuando comenzaron las cuarentenas y la imposibilidad de congregarse físicamente? ¿Cómo encararon la tarea solidaria que fueron desarrollando en los últimos dos años y qué alcance tuvo?
Cuando vimos que se cerrarían los lugares públicos, consideramos cuánto dinero teníamos para sobrevivir con el edificio cerrado. Y nos percatamos que apenas nos alcanzaría para poco más de un mes, puesto que no teníamos ahorros. Entonces, reuní al equipo y les dije: “Muchachos, hasta aquí llegamos, o guardamos lo que tenemos para dentro de un mes, o lo gastamos todo hoy y morimos con dignidad”. Así que decidimos retirar todo el dinero del banco (que teníamos para pagar la plantilla de más de 70 empleados, entre otros cientos de gastos) y lo sembramos en la gente, salimos a repartir comida e insumos básicos en toda nuestra ciudad.
La gente lo vio en las redes, y comenzó a venir dinero desde todo el mundo, porque éramos uno de los pocos ministerios que no se escondió o que desapareció.
Venía mas dinero del exterior y más sembrábamos. Comenzamos a enviar inyecciones financieras a todo el mundo, y en menos de un año, habíamos enviado diez millones de dólares al resto de América y Europa y no se ha detenido hasta hoy. Además mantuvimos las remesas financieras a Uganda, Africa (sostenemos 12 orfanatos), India, Pakistán y acabamos de enviar recursos a los refugiados de Ucrania.
En la Argentina, las autoridades “sugirieron” en un momento, que las iglesias pidan pase sanitario para que sus congregantes asistan a los cultos, y se produjo un gran debate en torno a cómo debiéramos proceder como hijos de Dios. ¿Obediencia debida o la rebelión de los santos? ¿Cuál es tu postura al respecto?
Respeto la opinión de cada pastor; pero nosotros decidimos que nadie de afuera puede decirnos cómo llevar adelante una congregación. Si la consigna es pedir un pase sanitario, tomar la temperatura en la puerta o mandar los enfermos a casa, dejamos de ser básica y etimológicamente una Iglesia; no podemos discriminar a nadie. ¿Con qué cara me paro a predicar sanidad si mando a los posibles contagiosos a casa? Decidimos que si llegado el caso, nos obligaran a eso, cerraríamos, bajo la consigna del “todos o nadie”.
Esa fue nuestra postura y lo sigue siendo. En River Arena no hay restricciones de ningún tipo, ni siquiera la mascarilla, que es opcional de cada quien.
¿Considerás que hubo manipulación mediática respecto al covid, la pandemia y las cifras de muertos, para ejercer cierto control de la población? ¿O creés que las medidas que se tomaron con los aislamientos y cuarentenas sirvieron para contrarrestar los efectos de un virus hasta entonces desconocido?
No lo sé. No tengo suficiente información ni evidencias para hacer semejante juicio. El hecho que Dios me haya puesto al frente de una Iglesia, no me da derecho a opinar de todo. He escuchado tantas imbecilidades escudadas bajo el “Dios me dijo” o “Dios me mostró” que no resisten el menor análisis.
Tengo una estima sana y puedo sostener un sincero: “No se demasiado del tema como para tener una opinión seria y pública al respecto”. Tampoco opino públicamente acerca de las vacunas, es un tema personal de cada individuo, no puedo ni quiero influenciar en una decisión tan privada.
Gog, Magog y los hijos de Putin
El nuevo título que otorgó la Universidad de Facebook fue el Doctorado en Geopolítica. Un mar de expertos ha dado sus opiniones respecto de la guerra entre Ucrania y Rusia en sus redes sociales, como si Vladimir Putin las estuviera leyendo con atención. ¿Cuál es tu análisis respecto de este conflicto y ese afán de querer hacer paralelos entre esta guerra y las profecías del tiempo final?
Hay una desesperación religiosa por encontrar al próximo anticristo y como Obama y Trump ya no están en la palestra, Putin les vino como anillo al dedo.
Pero la Biblia es clara con respecto a que en los últimos tiempos oiremos de guerras, rumores de guerras, plagas, etc, y que cuando todo eso sucediera, levantáramos los ojos al cielo; pero convengamos que esto no es nuevo. Estados unidos, por ejemplo, ha estado toda su vida en guerra. Las guerras se han convertido para los estadounidenses en telas de araña: no logran ganarlas del todo, no quieren perderlas, y no consiguen acabarlas. Washington lleva 17 años atrapada en Afganistán y sólo dos menos en Irak. También ha estado en combate en Siria, en Libia y en Yemen, Níger y Somalia. Esta guerra cambió de protagonistas, pero no es una novedad, lamentablemente. Debemos orar, ayudar si es que podemos y predicar más que nunca.
Insisto, a través de todas las épocas se intenta validar las Escrituras, como si necesitaran que lo hiciéramos. En los tiempos de Hitler, se decía que era la bestia profetizada por Juan, luego el candidato fue Saddam Hussein, Osama Bin Laden, y hasta Bill Gates.
Si pusieran el mismo énfasis que tienen en intentar descubrir al anticristo, en conocer más al Señor, tendríamos una Iglesia mucho más íntegra y enfocada en predicar el Evangelio.
Se ven muchos pedidos de oración por Ucrania, tal vez como si Rusia no necesitara esa misma oración. ¿Debería la iglesia tomar partido por uno otro país?
Debemos orar por todos. En nuestro caso, enviamos recursos a Ucrania a través de la frontera de Rumania, porque son familias enteras que estaban muertas de frío y de hambre. Lo habríamos hecho por los rusos, si ellos fueran los refugiados. Ayudar a unos o a otros, no es tomar partido; se trata de nuestro prójimo.
La Iglesia del Río
Nos apaciguamos un poco para dirigirnos a una zona que, seguramente, te causa placer: River Arena. En dos frases, ¿cómo definirías tu tiempo al frente de esta congregación?
Hasta la fecha, han sido 12 años maravillosos al timón de esta nave insignia. Una aventura fascinante.
Los sectores más conservadores se quejan, mayormente, por las formas. Que si es un show en vez de un culto tradicional, o que si invitás a un artista “mundano” en vez de algún reconocido siervo a predicar, etc. Estos nuevos formatos –si se permite el término- de cultos, ¿se fueron dando naturalmente o los planificaste?
No lo sé, sólo puedo decirte que soy auténtico. Hago lo que creo que nos resulta para llegar a la gente que está rota, necesitada y que pueda tener un encuentro con Cristo. No escucho, ni me importa lo que digan los religiosos; de verdad. River es una Iglesia para gente que no iría a una Iglesia. No tenemos “altares”, “sacramentos”, “lugares consagrados” o algo que le ponga una barrera a la gente para llegar al Señor. No se si somos mejores o peores que otros, solo te aseguro que somos auténticos, sin hipocresías.
¿Está tan politizada la iglesia en los Estados Unidos como en algunos países de América Latina?
La grieta como tal, existe en todas partes, no respeta fronteras. El secreto es no profundizarlas, o sumarse a la hegemonía. En Estados Unidos están los republicanos, los demócratas y los independientes; pero la Iglesia debería estar al margen de cualquier ideología política. Otra vez: tengo muy claro en dónde estoy parado en términos políticos, pero el lugar que ejerzo en este momento, no me permite y tampoco es ético, emitir alguna opinión pública porque podría influenciar el voto de quienes llegan a River. Puedo pronunciarme en contra de un dictador que atenta contra los derechos humanos o un represor que comete delitos de lesa humanidad, pero no puedo opinar en términos partidarios.
De regreso a casa
Hipoteticemos: Dante regresa definitivamente a la Argentina. ¿Quién queda a cargo de River Arena?
No me gusta contestar hipótesis, siempre terminan siendo subjetivas.
Es similar a cuando me preguntan: “¿Vendrías a predicar a un lugar pobre o a una Iglesia chiquita?”, nunca puedo salir airoso de una hipótesis. No lo sé, hoy no podría aceptar ninguna invitación, de una iglesia chiquita, ni de una Mega congregación; en unos años, quizá tenga ganas, tiempo, energía y diga que si o quizá no. Llegado el momento, se verá. Hoy puedo pensar que haría determinada cosa o que actuaría de determinada manera, y llegado el momento, quizá haría algo totalmente diferente. No puedo pensar en donde viviré en unos años o quién me sucederá en River Arena.
No me gusta pensar hipotéticamente; estoy enfocado en el hoy, que tengo bastante. Lo demás, por ahora ni siquiera es una opción.
Entonces, no tendría un título para la nota si te preguntara si vas a ser candidato a Presidente de la Nación…
¡Exacto! Es otra hipótesis y no te voy a dar el título de la nota (risas). Si Dios lo quisiera, podría ser el Rey de España, ganarme un Martín Fierro, un Pulitzer por mi libro o retirarme a una isla perdida y que no me encuentre nadie más. Ni idea.
¿Quién sabe lo que mañana traerá la marea?
Nivel 17, Generación Z, Edición G… ¿cuál extrañás más y cuál volverías a reeditar?
¡No me vas a creer!, pero amo tanto la gráfica que hace 12 años soy el que aún escribe y diseña el boletín de la Iglesia, son apenas cuatro páginas por domingo, pero me ayuda a no extrañar tanto.
Amo el periodismo, el diseño gráfico, las producciones fotográficas, el titular, los epígrafes, todo lo que tenga que ver como el mundo editorial. Al menos en el programa sigo haciendo periodismo; me encantó ser parte de CNN, por ejemplo. Y “Edición G” fue definitivamente mi mayor orgullo gráfico, aún conservo los ejemplares y siguen teniendo calidad, excelencia y mucho trabajo.
Sincericidios
El reggeatón, ¿es un fenómeno cultural o parte de la decadencia social?
No lo entiendo, pero soy consciente que llegué tarde a ese género; me quedé en los ‘80 y de ahí no he salido en términos de gustos musicales. “Hay gustos para todos”, decía mi abuela y le echaba dulce de leche al guiso.
En el fútbol, como en la vida, ¿qué pensamiento privilegiás más a la hora de obtener un buen resultado? ¿La nobleza de los recursos utilizados o ganar en el último minuto y con un gol con la mano?
Me defino como un “laburante”; tengo inculcada la cultura del trabajo duro. Yo no estoy de acuerdo en esa frase que se inventó algún pastor vago: “Se calcula que una hora de prédica equivale a ocho horas de trabajo forzado”; es mentira. Lo inventó alguien que quiere predicar el domingo, dormir todo el lunes, e irse de vacaciones hasta el otro sábado. Yo trabajo todos los días; los lunes a la mañana, estoy reunido con el equipo en la oficina, y el viernes soy el último que se va; soy 24/7. Así que, como Ronaldo, entreno y trabajo más duro de lo que me exigiría cualquier entrenador.
Nadie puede ponerme un control de calidad más alto que el que me autoimpongo internamente, compito conmigo, con nadie más. Así que, como verás, no creo en “los goles con la mano”.