Desde el punto de vista bíblico la respuesta es afirmativa, y el apóstol Pablo se lo transmite a los Romanos en el capítulo 12 versículo 2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Pablo comienza advirtiéndonos que hay algo que debemos evitar y hay algo sobre lo cual debemos accionar para conocer la voluntad del Señor para con nosotros:
1. “No os conforméis a este siglo”
Otras versiones lo expresan de esta manera: “No se amolden al mundo actual”, “No vivan ya según los criterios del tiempo presente”, “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo”. Dicho de otra manera: “No te adaptes demasiado a la cultura”. Si tú y yo hacemos esto, sucederán dos cosas: estaremos demostrando que algo en nuestra vida espiritual no está funcionando como debería, y en segundo lugar, jamás descubriríamos la voluntad de Dios, ya que nuestra cultura no tiene ningún interés en conocerla.
John Stott enfatiza el hecho de que el cristiano no puede ni aislarse ni conformarse (amoldarse), sino que debe vivir en un estado permanente de tensión, altamente saludable para su vida espiritual.
Jesús les dijo a sus discípulos: “Ustedes están en el mundo, pero no son del mundo”.
Jesús intercede al Padre por sus discípulos diciendo: “No te pido que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”.
Si alguien ejemplificó esta verdad, fue el Señor Jesús. Se acerca a una mujer samaritana y de dudosa moral en el lugar más público de aquella ciudad e inicia el diálogo de una manera que sospecho tú y yo no lo haríamos. Le dice: “Tú tienes algo que yo necesito, porque tienes agua y yo tengo sed”. ¿Dios hecho hombre dirigiéndose a esta clase de mujer con estas palabras? El final es conocido: por el testimonio de Jesús a la mujer, y el de la mujer al pueblo, todo ese pueblo creyó en Jesús como el Mesías que estaban esperando. ¡Mira si no le iba a ser necesario pasar por Samaria!
En otro momento Jesús entra a la ciudad de Jericó, y allí le esperaban las multitudes. Él hizo caso omiso de ellas, y dirigió su vista a un árbol sicómoro. Allí se encontraba un despreciable personaje, que cobraba impuestos a los judíos, para tributarlos al imperio Romano. Al verlo Jesús le dijo: “Bájate de ahí, porque me es necesario posar en tu casa”. ¿Dios hecho hombre tenía la necesidad de visitar la casa de un hombre tan repudiable? Dice el texto que, al entrar Jesús a su hogar, convenció a aquel hombre de pecado, al punto tal que se comprometió con él a devolver todo lo que había robado. ¡Mira si no le iba a ser necesario posar en su casa!
En definitiva, tengo que vivir en medio de este mundo, marcando la diferencia.
Hay una definición de cultura que me parece muy clara: “Cultura es todo aquello que el ser humano es y hace”. A partir de esta definición, podríamos decir que la cultura del Reino se opone a la cultura de este mundo. Dicho de otra manera, lo que el cristiano es y hace va contra lo que el no cristiano es y hace. La cultura del cristiano va contra la cultura del no cristiano. En definitiva, hemos sido llamados a vivir en un estado permanente de contracultura.
Jesús lo enseñó claramente en el Sermón del monte cuando dijo: “Oísteis que fue dicho ojo por ojo y diente por diente; pero yo te digo: ama a tus enemigos y ora por aquellos que te persiguen y ultrajan”.
Marcos Vidal lo expresa de manera extraordinaria en una de sus canciones: “Sé muy bien que nado contracorriente en la noche oscura”.
2. “Sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”.
¿Qué significa exactamente esto? El Apóstol Pablo les dice a los Filipenses: “Haya en ustedes el mismo sentir que hubo también en Cristo Jesús”. Solemos relacionar nuestros sentimientos al corazón. Ésto sucede de manera metafórica, pero desde lo literal nuestros sentimientos se producen en la mente. De hecho, algunas versiones más recientes lo expresan de esta manera: “Tengan ustedes la misma mente que tuvo Cristo Jesús”. Dicho de otra manera, piensen de la misma manera, razonen de la misma manera, y como consecuencia, actúen de la misma manera.
¿De qué manera Él pensó y actuó? “El cual siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz”.
Pablo repite este concepto a los Corintios: “Por amor a vosotros Él se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”.
A través de su obra en la cruz demostró una mente de siervo. Por eso Pablo nos insta a tener su misma mente: una mente de siervo.