Recorriendo mis redes sociales, me encontré en más de una ocasión con un flyer que decía así: “Jesús ganó en el desierto y Adán perdió en el paraíso. No es el lugar, son tus decisiones”. Y me llevó a meditar acerca de las excusas que solemos anteponer tras tomar una decisión errada.
El contexto, la situación, el espacio físico, etc., suelen darnos los argumentos suficientes para justificar la toma de una mala decisión. Pero la Biblia nos revela dos acontecimientos históricos que derriban dichos argumentos.
En el primero, el protagonista es Adán. Un hombre que tenía todas las de ganar. Fue el primer ser humano creado por Dios, era dueño de todo lo que Dios había puesto en la Tierra. Tuvo el privilegio de poner nombre a todo lo que se movía por allí. Vivió, literalmente, en un paraíso, donde no necesitaba hacer el menor esfuerzo para sustentarse. El clima era perfecto. Contó con la compañía de la mujer que Dios había creado para que sea su complemento. ¿Qué podía salir mal?
Jesús, en cambio, atravesó -también literalmente- el desierto durante 40 días, ayunó, se preparó mental y espiritualmente para los próximos tres años en los que desarrollaría su misión. Soportó las tormentas de arena, la sequedad, la incomodidad de un clima adverso, y muy probablemente, lo asaltó el pensamiento que lo llevaría a cuestionarse por qué estaba allí, por qué debería sacrificarse. Tal vez si se hubiese arrepentido, ¿quién se lo iba a cuestionar?
Vemos en estas dos historias, dos situaciones opuestas, dos panoramas totalmente diferentes y, como ya lo sabemos, dos decisiones distintas. Pero un denominador común: el mismo tentador. Satanás hizo su trabajo en ambos escenarios. En el primero, logró su cometido frente a un Adán que lo único que atinó a hacer fue a excusarse y echar culpas; en el segundo, con todas a favor, fracasó rotundamente ante la decisión firme de Jesús de continuar haciendo la voluntad de Dios.
¿Cuántas veces encontramos excusas a la hora de querer alivianar las consecuencias de una mala decisión tomada? ¿A cuántos culpables encontramos en el camino al momento de desviar responsabilidades?
Leyendo la apetecible versión de la Biblia El Mensaje, remarca que, al finalizar la prueba, el diablo se fue de la presencia de Jesús y que, en su lugar, vinieron ángeles que le proveyeron lo que el Señor necesitaba. Jesús no sucumbió ante los convincentes argumentos de Satanás, tampoco miró su entorno, ni mucho menos se dejó amedrentar con la idea de lo que iba a padecer con tal de cumplir con la voluntad del Padre. Sólo obedeció, fue firme, y tomó la decisión adecuada.
Hoy, Dios nos invita a hacer lo mismo, a dejar de victimizarnos o poner excusas por una mala decisión. A hacer borrón y cuenta nueva, a afrontar las consecuencias de una equivocación y seguir adelante para corregir el rumbo. Nunca es tarde para arrepentirse, nunca es tarde para retomar el camino correcto. Siempre se puede tomar la decisión correcta ante la adversidad.
“Señor, cuántas veces habremos leído estas historias, y qué pocas veces las hemos asociado. No quiero ser como Adán que, a pesar de contar con todo a favor, tomó una mala decisión produciendo la caída de la humanidad. Quiero ser como Jesús, que vino a restaurar todo eso, tomando decisiones correctas aún con todo en contra”.