3. Se gloriaba en sus debilidades
¡Y se los hace saber a los cristianos en Corinto! ¡Qué locura jactarse en la debilidad! ¿Tendrá esto sentido en nuestra cultura que aspira e insiste en que seamos fuertes? Definitivamente esto requiere de una mirada absolutamente contracultural. ¡A eso estamos llamados! Estamos llamados a pronunciar la misma paradoja que pronunció el apóstol: “Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Dicho de otra manera: “Cuando me siento débil, comienzo a depender de Él; cuando dependo de Él, Él se manifiesta extraordinariamente a través mío”.
Alguien dijo: “Es increíble cuán fuertes podemos tornarnos cuando comprendemos lo débiles que somos”.
Elisa Morgan ha sido la presidenta de Mops Internacional, un ministerio enfocado a ministrar a las madres de niños en edad de preescolar. Su historia personal me impactó en sobremanera, ya que fue criada por una madre alcohólica. Una madre con la cual era imposible llevar la vida normal de una niña pequeña. Aún los buenos momentos, como la Navidad y su cumpleaños, terminaban con el perverso brillo del alcohol, según sus propias palabras.
“Cuando hace 10 años me pidieron que contemplara la posibilidad de dirigir Mops Internacional, me pregunté: ‘¿Como podría Dios usarme a mí, que no había tenido madre, para educar a otras madres?’ La respuesta vino cuando miré los ojos de otras madres a mi alrededor, y vi sus necesidades reflejadas en las mías. Sentí que Dios tomaba mis carencias y las convertía en mi ofrenda. Me susurraba: ‘Mi gracia es todo lo que necesitas'”.
Déjame decirte que gloriarse en las debilidades ¡no está de moda!
4. Se gloriaba en la cruz de Cristo.
El apóstol expresaba su ferviente deseo así: “En cuanto a mí, que nunca me jacte de otra cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo”. ¿Jactarse en un trozo tosco de madera que era utilizado para dar muerte a las lacras de la sociedad de entonces? ¿Jactarse de un símbolo que, como tantas veces cantamos, es emblema de afrenta y dolor? ¿Tiene ésto sentido?
El cantautor Marcos Vidal canta:
“No me des mil argumentos
No me vengas con descuentos de ocasión
Que yo estoy hablando
De la misma luz del sol
He anclado mi vida al pie de esta cruz antigua,
y no quiero cambiar, soy un corazón cautivo”
Dicho de otra manera, no me traigas ninguna propuesta, que aun siendo buena en sí misma, desvíe mi mirada de esa cruz en la cual he anclado mi vida.
Pablo señala dos consecuencias, no menores, que experimenta en carne propia aquel que se gloría en la cruz de Cristo: A. El mundo pierde su atractivo: cantábamos en los ’80: “El brillo de este mundo se opaca ante Ti, la gloria de esta tierra nada es; todo cae en tu presencia, oh, Rey…”. B. Tú y yo perdemos atractivo para el mundo: “El mensaje de la cruz es una ridiculez para los que van rumbo a la destrucción…”.
Déjame decirte que gloriarse en la cruz de Cristo ¡no está de moda!
Después de observar aquello que consumía la vida de Pablo, me pregunto: ¿De qué me jacto? ¿Cuál es mi gloria?
“Señor Jesús, que mi gloria se complete contemplando tu cruz y viendo mis debilidades, porque en ellas Tú te manifiestas con toda tu gloria y me haces fuerte”.