¿Qué se considera juego de azar?
Por su propia naturaleza, el juego consiste en arriesgar la posición o la riqueza actual de una persona contra todo pronóstico con la esperanza de obtener una posición o riqueza mayor. Un pecado es cualquier cosa que daña o dificulta nuestra relación con Cristo.
¿Se considera esto un pecado en las Escrituras? ¿Condena Dios el deporte del juego?
El juego, aunque no se condena explícitamente como pecado en la Biblia, se advierte contra él debido a los riesgos asociados de adicción y búsqueda de riqueza, como se enfatiza en la Biblia. Un simple juego puede convertirse en pecado cuando se apodera de nuestra mente y corazón y nos lleva por el camino del nunca estar satisfechos. “Los que aman el dinero nunca tendrán suficiente. ¡Qué absurdo es pensar que las riquezas traen verdadera felicidad!” (Eclesiastés 5:10 NTV). Otra traducción dice: “Quien ama el dinero nunca tiene suficiente; quien ama la riqueza nunca está satisfecho con sus ingresos. Esto tampoco tiene sentido” (Eclesiastés 5:10).
Detrás de cada juego se encuentra la codicia (1 Corintios 6:9, 10; Efesios 5:3, 5). El ganador pretende ganar el dinero que otros pierden, pero la Biblia condena el desear las posesiones ajenas (Éxodo 20:17).
¿Es el juego un pecado según la Biblia?
El apóstol Pablo le recomendó al joven pastor Timoteo: “Enséñales a los ricos de este mundo que no sean orgullosos ni que confíen en su dinero, el cual es tan inestable. Deberían depositar su confianza en Dios, quien nos da en abundancia todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos” (1 Timoteo 6:17).
Es posible que muchos de nosotros no nos consideremos “ricos”, pero cuando tenemos provisión para todas nuestras necesidades diarias y una relación con Cristo, en verdad somos “ricos” sin medida. Cuando jugamos nuestros recursos, ponemos en peligro tanto nuestros recursos actuales para las necesidades diarias como también nuestra cercanía con Cristo.
Un pastor de experiencia enseña al creyente: “Ustedes dicen: ‘Se me permite hacer cualquier cosa’, pero no todo les conviene. Y aunque ‘se me permite hacer cualquier cosa’, no debo volverme esclavo de nada”. U otra versión: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero yo no me dejaré dominar de ninguna” (1 Corintios 6:12).
Si los cristianos podemos estar de acuerdo en que Dios suple todas nuestras necesidades de la vida, ¿por qué entonces deseamos arriesgar una parte de nuestra generosidad por más? Dios nos enseña a intentar o esforzarnos por mejorar nosotros mismos. Sin embargo, nuestra carne lujuriosa a menudo considera que la riqueza monetaria y las posesiones terrenales son los medios principales para que estemos y nos sintamos mejor. La Palabra advierte en Eclesiastés 5:10: “El que ama la plata, no se saciará de plata; ni el que ama la abundancia con abundancia: esto también es vanidad”. En otra versión del mismo texto leemos: “Los que aman el dinero nunca tendrán suficiente. ¡Qué absurdo es pensar que las riquezas traen verdadera felicidad!”
Debemos ser buenos mayordomos –administradores- con las bendiciones que Dios nos ha otorgado. La necesidad y la lujuria por las cosas y las riquezas mundanales no pueden existir en la vida de un cristiano que ama y desea sinceramente una relación estrecha con Jesucristo. Los cristianos deben orar mucho antes de emprender cualquier esfuerzo que ponga en peligro su estado financiero actual.
¿Deberían los cristianos ir a los casinos, jugar a la lotería y hacer apuestas?
Algunos cristianos pueden participar en juegos de azar como una forma de entretenimiento dentro de los límites de un comportamiento responsable, mientras que otros pueden abstenerse de jugar por completo debido a convicciones morales o religiosas. Siempre es aconsejable que las personas busquen orientación en su comunidad religiosa, en sus líderes espirituales y hacer una reflexión personal al abordar cuestiones morales.
Apuestas y sorteos en la Biblia
El “echar suertes” es el ejemplo más cercano de juego mencionado en la Biblia. En la Biblia, echar suertes era una práctica utilizada principalmente para buscar guía divina y tomar decisiones imparciales. Implicaba el uso de objetos marcados como dados, piedras o palos para determinar la voluntad de Dios o garantizar la justicia en diversas situaciones, como la elección de líderes o la asignación de recursos.
El propósito de echar suertes no era entretenimiento ni ganancia financiera, sino más bien un medio para discernir la dirección de Dios y mantener la objetividad en la toma de decisiones. Probablemente el uso más notable de esta práctica se menciona en Hechos 1:26 cuando los discípulos restantes debían decidir sobre el reemplazo de Judas luego de su salida bastante dramática del grupo. La Escritura dice: “Y echaron las suertes; y la suerte recayó sobre Matías, y fue contado con los once apóstoles”.
El otro uso notable de “echar suertes” fue para la identificación de los sacrificios. En Levítico 16:8 dice: “Después hará un sorteo sagrado para determinar qué chivo será apartado como ofrenda para el Señor y cuál llevará los pecados del pueblo al desierto de Azazel”. Aarón fue encargado de echar suertes sobre los dos machos cabríos producidos, “una suerte para el Señor, y la otra suerte para el chivo expiatorio”. Luego se nos informa que el macho cabrío sobre el cual recayó la suerte del Señor se ofrecería como ofrenda por el pecado, mientras que el otro sería el chivo expiatorio para la expiación o remedio por el pecado. El chivo expiatorio debía ser presentado vivo y liberado en el desierto.
Veamos algunas preguntas que pueden ayudar en la decisión: ¿Mi participación en el juego de azar es aprobada por Dios, afecta mi relación con Él? ¿Por qué quiero apostar? ¿Es por entretenimiento, ganancia financiera u otras razones? ¿Estoy dando prioridad al Reino de Dios y mi bienestar espiritual sobre el deseo de obtener ganancias financieras o entretenimiento? ¿Tengo antecedentes de adicción o susceptibilidad a conductas adictivas? ¿Puedo participar en actividades de juego con moderación, sin que se convierta en un comportamiento compulsivo o dañino? ¿Cómo podrían mis actividades de juego afectar a mi familia, mis relaciones y mis responsabilidades hacia los demás? ¿Existen formas alternativas de entretenimiento o actividades de ocio que se alineen mejor con mis valores y mi fe? ¿He buscado orientación y orado acerca de mi decisión, buscando la sabiduría y el discernimiento de Dios en este asunto?
Es importante que las personas consideren estas preguntas en oración y sopesen las posibles implicaciones espirituales, morales, financieras y relacionales antes de decidir participar en actividades de este tenor.