¿Alguna vez te preguntaste de qué te jactas? ¿De qué cuestión personal te “enorgulleces sanamente”? En definitiva, ¿de qué te glorías? Cuando observo la vida del Apóstol Pablo y leo sus cartas, descubro que él se gloriaba por lo menos en cuatro cuestiones. Hoy te comparto las primeras dos:
1. Se gloriaba en otros creyentes.
Les dice a los Corintios: “Mucha franqueza tengo con vosotros; mucho me glorío con respecto a vosotros”; “Si de algo me he gloriado con Tito, fue respecto de vosotros”.
Les dice a los Tesalonicenses: “Nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios”; “Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo o corona de que me gloríe? ¿No sois vosotros? Vosotros sois nuestra gloria y gozo”.
Lo que el texto bíblico nos deja ver, es que el único premio que apreciaba el apóstol en la vida era ver vivir a sus convertidos de acuerdo con el Evangelio.
En este sentido, coincidía con el apóstol Juan cuando este afirmaba: “No tengo yo mayor gozo que éste, el oír que mis hijos andan en la verdad”. Sus victorias eran las suyas, sus derrotas eran las suyas; se reía cuando ellos reían, lloraba cuando ellos lloraban. Vivió en carne propia lo que les ordenó a los filipenses: “Considerando a los demás como mejores que ustedes”.
Un tiempo atrás hice la prueba de googlear la frase “estimar a otros”. Increíblemente los resultados aparecidos tenían relación estrecha con el concepto de la autoestima. Alguien dijo: “El ser humano es la criatura más extraña de la tierra: cuando uno lo palmea en la espalda, se le hincha el pecho”.
Déjame decirte que gloriarse en otros ¡no está de moda!
2. Se gloriaba en el conocimiento del Señor Jesucristo.
El apóstol les confiesa a los filipenses que, si otros tenían razones para confiar en sus propios esfuerzos, ¡él las tenía aún más! Comienza detallando los motivos por los cuales se le podría haber considerado un “ciudadano de primera categoría”. Sin embargo, concluye diciendo: “Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor”.
Las encuestas de religiosidad en la Argentina revelan que entre un 3% y un 5% se consideran agnósticos o ateos. De esta realidad se desprende el hecho que un porcentaje muy alto de la población confiesa creer en Dios. La pregunta que yo me haría es: ¿Le conocen? ¿Creer es suficiente? ¿Creer como primer paso conlleva al hecho de conocerlo? ¿Puedo pasar toda una vida creyendo sinceramente sin conocerle?
Es enorme la cantidad de desafíos que la Palabra de Dios nos da con respecto al conocimiento del Señor.
Proverbios: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; y el conocimiento del Santísimo la inteligencia”.
Oseas: “Conozcamos al Señor, vayamos tras su conocimiento”.
Jeremías: “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni el valiente en su valentía, ni el rico en su riqueza. Más alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme que yo soy Jehová”.
El apóstol Pedro: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo”.
El escritor A.W. Tozer escribió: “¿Alguna vez ha sentido que todos avanzan en su crecimiento espiritual, mientras que usted sigue estancado en el mismo lugar? Podría existir un motivo que fuese la causa principal: la falta de no dedicarle tiempo al cultivo del conocimiento de Dios. El cristiano es fuerte o débil en proporción directa a la medida en que se dedique al cultivo de la intimidad y el conocimiento de Dios. Avanzamos en nuestra vida cristiana a medida que desarrollamos un conocimiento de Dios en nuestra experiencia personal, y tal experiencia requiere una vida entera de devoción a dicha tarea y la inversión de considerables períodos de tiempo en cultivar la intimidad con Dios. Se puede conocer a Dios únicamente cuando dedicamos y consagramos nuestro tiempo a Él”.
Déjame decirte que gloriarse en el conocimiento del Señor Jesucristo ¡no está de moda!
“Señor, a pesar de ir a contramano del mundo, quiero seguir la moda de gloriarme en mis hermanos y gloriarme en tu conocimiento”.