En cada etapa de nuestra vida, vamos teniendo diferentes metas: buenas notas en los exámenes, buenos trabajos, la mayoría sueña con formar una familia, tener una casa. Y la lista sigue con muchas otras más.
Proyectos de todos los tamaños son los que vamos agregando a la lista de pendientes, para alcanzarlos, cambiarlos por otros, o descartarlos. Cada uno de esos planes nos prometen diferentes grados de satisfacción.
Pero en la lista de estos, Jesús viene a proponer uno nuevo, que, sin lugar a dudas, es el que trae el premio mayor: “Jesús mismo”. Él se dará a conocer a quienes toman el hermoso camino de obedecerle a Él, siguiendo sus mandamientos.
¿No suena lógico, seguir el plan de Dios para nuestras vidas? ¿Creemos acaso que nuestra sabiduría es mejor que la suya? ¿Acaso nos conocemos a nosotros mismos mejor de lo que Dios nos conoce? ¿No estamos viendo que nuestra forma de enfrentar la vida está llena de esfuerzo con pocos resultados, y que esto genera en nosotros desánimo?
“Señor, que sigamos Tus planes, para cosechar la satisfacción de una vida bien invertida, sabiendo que una amistad íntima contigo es el mejor premio”.