¡Qué obra maestra el libro de Job! Definitivamente no se puede discutir que quien lo escribió fue inspirado por Dios. En su contenido vemos una diversidad de temas que rodean la idea central del mismo y que nos habla de manera directa en diferentes situaciones de nuestras vidas. Nos ayuda a mantener la esperanza en medio del sufrimiento y aumenta nuestra fe y confianza en la soberanía de Dios.
Pero bueno, hoy me quiero enfocar en estos 5 versos, que, aunque fueron expuestos por uno de “los amigos de Job”, con intenciones dudosas, me llevaron a reflexionar un poco. Hoy quería hablarles a aquellos hermanos, ministros, maestros, predicadores, consejeros, que, en algún momento, como dice aquí, “enseñaban a muchos”, “fortalecían las manos débiles”, “esforzaban las rodillas de los que decaían” y hoy, que tiempos difíciles llegaron a sus vidas, se han desalentado y turbado.
Estos tiempos son confusos y muchas veces nuestro entorno y nuestra propia mente juegan en contra. Como los amigos de Job, pensamos que es nuestro pecado, o que Dios está probando nuestra fe, o que Dios nos ha abandonado, o tantas otras teorías que vienen a nosotros. En realidad, no sabemos, así como Job y sus amigos, que se la pasaron debatiendo sus diferentes ideas, dando opiniones sobre la situación de Job cuando ignoraban lo que en realidad estaba sucediendo en esa famosa reunión celestial. La confusión y el sufrimiento es tal, muchas veces, que no podemos afirmar nuestra fe en la Palabra de Dios. Nuestro mundo tambalea y perdemos nuestra confianza y esperanza en El.
Volvamos atrás, y recordemos esos tiempos donde fuimos baluarte para otros y prediquémonos con la Palabra de Dios. Es probable que la situación no cambie, que el problema no desaparezca, o si, quien sabe realmente cuál es el propósito de Dios al permitir que crucemos el valle de sombra, pero más allá de esto hay una realidad que nunca va a cambiar y es que Dios nos ama, que es Soberano, que el fin de esta situación cumplirá los propósitos de Dios en nuestra vida y en la vida de otros, y que Él nos va a sostener hasta que todo esto termine. Y si logramos mantener la actitud correcta, saldremos más sabios, más fortalecidos y preparados para enfrentar otra batalla.
Te animo a recapacitar, como dice el verso 7, a extender tus brazos y permitir que Dios te levante y te fortalezca en este tiempo.
“Señor, hoy te pido por tus hijos cuyos brazos han caído y necesitan un toque especial de Ti. Fortalece sus vidas, permite que en este tiempo puedan aferrarse a la Roca que eres Tú, mi Señor”.