Las tensiones de la vida y las pérdidas son factores externos, pero pueden vencerse desde el interior. La victoria total se da en un proceso similar al de las rosas cuando florecen: de adentro hacia afuera.
La depresión es una enfermedad común en nuestros tiempos. Es causada por una combinación de factores genéticos, biológicos, ambientales, psicológicos y crisis de fe.
Algunos tipos de depresión tienden a darse en familias. Sin embargo, la depresión también puede ocurrir en personas sin antecedentes familiares de depresión. No todas las personas con enfermedades depresivas experimentan los mismos síntomas. La gravedad, frecuencia y duración de los síntomas varían dependiendo de la persona y su enfermedad.
Se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas. Suele haber desmotivación, desesperanza y desánimo.
Las personas con depresión suelen presentar varios de los siguientes síntomas: pérdida de energía; cambios en el apetito; necesidad de dormir más o menos de lo normal; ansiedad; disminución de la concentración; indecisión; inquietud; sentimiento de inutilidad, culpabilidad o desesperanza; y pensamientos de autolesión o suicidio.
Recomendaciones si piensa que puede estar pasando por una depresión:
• Solicite ayuda profesional. Hablar con un profesional sanitario local o con su médico de cabecera es un buen punto de partida.
• Recuerde que puede sentirse mejor si recibe la ayuda adecuada.
• Siga realizando las actividades que le gustaban cuando se encontraba bien.
• No se aísle. Mantenga el contacto con familiares y amigos.
• Haga ejercicio regularmente, aunque se trate de un pequeño paseo.
• Mantenga hábitos regulares de alimentación y sueño.
• Acepte que puede tener depresión y ajuste sus expectativas. Tal vez no pueda llevar a cabo todo lo que solía hacer.
• Si tiene pensamientos suicidas, pida ayuda a alguien inmediatamente.
Dios es mucho más grande que nuestras crisis. Él es amor y le cubrirá, alcanzará, levantará y sanará. Ese profundo amor le hará triunfar, al final podrá exclamar con ambos brazos en alto: “¡Vencí en el Nombre de Jesús!”.
“Amado Dios: cuando me invada el dolor emocional, decido confiar en Ti. Cuando mis pensamientos sean llenos de agobio, decido entregártelos a Ti. Cuando a mi puerta toque la tristeza, decido ser vivificado en Ti. ¡Tu gozo es mi fortaleza!”