“¿Puedes orar por mí?” Varias veces he escuchado esta solicitud. Más veces, me parece, he dicho: “Voy a orar por ti”, y muchas de ellas, me temo, quedaron en buenas intenciones. Sin embargo, llegó el día en el que me propuse que si pronunciaba esas palabras, serían intencionadas y llevaría a esa persona en oración, al menos por un tiempo.
Como un impulso venido del cielo —y como para no darme espacio para no cumplirlo— transformé esa frase cliché en una pregunta: “¿Puedo orar por ti… aquí, ahora, en este momento?” Más de una persona se ha mostrado impactada por esas palabras, porque traspasan la frase de cortesía al implicar la voluntad de actuar, no solo un buen deseo. Y tal vez también desafían su fe.
Esa pregunta me ha llevado a hermosos tiempos de oración en mi casa, en la calle, en el centro comercial o en WhatsApp, y a grabar esas intenciones en mi corazón para continuar intercediendo, para preguntar unos días después: “¿Cómo estás? ¿Cómo va el asunto por el que oramos?”
En sus palabras a la iglesia de Colosas, recogidas en el primer capítulo de su carta, Pablo muestra algo que me impacta. Él habla desde el conocimiento de aquellos por quienes ora. Está al tanto de su historia, de cómo llegaron a Jesús y el maravilloso cambio que produjo el Evangelio en sus vidas. ¡Y Pablo no los conocía en persona! Fue a través de alguien más que supo de ellos, y sin embargo, se comprometió a estar constantemente orando para que Dios les concediera conocer plenamente su voluntad y les diera “sabiduría y comprensión espiritual”, un pequeño combo que convertiría sus vidas en una fuente de honra y agrado para el Señor, y que los llevaría a producir buen fruto a medida que conocían a Dios más profundamente.
Quiero ser esa persona que ora por otros pero se interesa también en su historia y en su progreso espiritual, quien pueda dar testimonio de milagros por asumir el llamado —y el gran privilegio— de participar en la obra de Dios en este mundo a través de la oración, “aquí, ahora, en este lugar”.
“Señor, concédenos ser sensibles a la historia de la gente, y que tu amor por ellos sea nuestro también, para llevar sus cargas en oración siempre que sea necesario”.