Como todo comienzo de año uno se encuentra a la puerta de una carrera cuya meta final pareciera estar en un próximo mes de diciembre. Mirar hacia adelante implica la toma de decisiones y en esa búsqueda del diseño de futuro comienzan a llegar ciertos miedos, dudas y hasta limitaciones que detienen nuestro caminar.
No sé si te pasó, pero a mí en estas temporadas me suele “atrapar” la ansiedad disfrazada de miles de preguntas que rodean mi mente: “¿Cómo voy a alcanzar mis metas? ¿Será esto lo que quiere Dios para mí o esto otro? ¿Me podré organizar con todo?” Y así podría estar con miles de preguntas más.
Muchas veces la incertidumbre de lo que viene, o, mejor dicho, de lo que no sabemos que viene, nos angustia. Pero Dios, en Isaías 41:10 nos enseña cómo pasar de la angustia a una victoria asegurada. Y para eso hay dos cosas que Él nos pide:
1) “No temas, porque yo estoy contigo”. Parece tan fácil de decir y tan difícil de aplicar. Pero ¡se puede! Estás a una decisión de dejar el temor de costado y de entender que Él va a tu lado. ¿Cuántas veces como papá o mamá te encontraste diciéndole esto mismo a tus hijos para darles confianza? O como hijos, ¿cuántas veces escuchamos esto mismo de nuestros padres o de algún maestro? Entonces, ¿cómo no vamos a depositar nuestros temores en las manos de nuestro Padre Celestial?
2) “No te angusties, porque yo soy tu Dios”. La palabra “angustia” está relacionada al término “angosto”. Muchas veces así nos sentimos, como en un lugar angosto, estrecho, de hecho, el sentir físico que tenemos es como si esa angustia nos quitara el aire, como si nuestra garganta se achicara ocasionando lo que solemos decir mucho en la Argentina, ese “nudito en la garganta”. Nos angustiamos cuando no podemos poner en palabras lo que nos pasa, cuando no encontramos el camino en ese estrecho lugar emocional en donde nos encontramos, sin embargo, este pasaje nos recuerda que Él es nuestro Dios. ¿Acaso él, el todopoderoso, desconoce nuestro dolor? ¡No! No sólo que no lo desconoce sino que nos dice lo que hará con nosotros si confiamos en Él.
Tres cosas que Él hará:
-“Te fortaleceré”: Él conoce tu debilidad y en medio de ella te hará crecer y avanzar.
-“Te ayudaré”: Él sabe que hay cosas que sólos no podemos hacer. A veces lo que esa situación nos hace sentir, bloquea nuestra voluntad de acción y es ahí, si le permitimos, donde la ayuda de nuestro Señor llega a nuestras vidas.
-“Te sostendré”: Él sabe que hay situaciones que nos derriban por dentro, donde parece que no podemos estar en pie. Él nos sostiene para no caer, para no tropezar , para no desmayar. Pero más poderoso es lo que sigue “con mi diestra victoriosa”. Él elige sostenerte con la mano que te lleva a esa victoria tan anhelada. No sólo quiere hacerte más fuerte, ayudarte y sostenerte sino que también quiere llevarte a la victoria.
“Señor, gracias por sostenerme en los momentos en medio de la incertidumbre. Te pido que me ayudes a poder descansar en ti sabiendo que al final de toda circunstancia, me espera tu victoria”.