¿Te pasó alguna vez de que leíste muchas veces un versículo, pero no entendías su significado? Quizás lo escuchaste en una prédica o en tu lectura devocional pero no terminabas de entenderlo. Y en un momento… ¡pum! Te cae la ficha.
Leyendo mi devocional, me llevó a 1 Juan 4:18 (NTV) que dice: “En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor”. No tengo idea las veces que habré leído esta palabra en toda mi vida cristiana (que son muchos años), pero por alguna razón logré hoy entenderla.
¿Cómo puede ser que el amor expulse el temor? Mientras meditaba en esto, me vino a la mente el capítulo de Los Simpsons cuando Homero y Apu están viajando a la India. Homero, que es un tipo demasiado ansioso, le pregunta a Apu durante todo el viaje: “¿Ya llegamos a la India? ¿Ya llegamos a la India? ¿Ya llegamos a la India?”
La vida cristiana es un viaje de ida en el que vamos caminando de la mano de Dios, y donde muchas veces nos comportamos como Homero. Nuestra ansiedad por querer controlar todo no nos deja disfrutar del viaje y estamos todo el rato haciéndole preguntas a Dios: “¿Cuándo va a llegar el amor de mi vida? ¿Cuándo me vas a dar un mejor trabajo? ¿Cuándo me vas a sanar? ¿Cómo voy a hacer para aprobar esta materia?” Y puedes sumarle todas las preguntas que le haces en tu día a día.
El ser humano, por su naturaleza, necesita tener el control, saber cuándo y cómo va a pasar lo que tiene que pasar (o lo que yo quiero que pase). Y eso lo trasladamos a nuestra relación con Dios, y dejamos que nuestro Homero interior tenga más relevancia que el mismo Dios al que un día supuestamente le dimos el control.
Pero yo no creo en las casualidades, creo que Su revelación y Su luz llegan en el momento adecuado y cuando más lo necesitamos. Hace unos días, Dios habló a mi vida y respondió a muchas preguntas que le había hecho en la intimidad. A la ansiedad y temor que rondaban mis pensamientos, Él respondió con palabras de amor y afirmación. Todas esas preguntas que ponía en Su presencia una y otra vez, fueron respondidas con dulces palabras de Su parte.
La segunda parte del versículo dice: “Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios”. La incertidumbre de qué pasará ante determinaba situación nos lleva a pensar la peor consecuencia (como un castigo): “Me voy a quedar soltero/a”, “No me voy a recibir nunca”, “No voy a poder pagar las cuentas”, “Dios no escucha mis oraciones”, “¿Qué pasará con mis hijos?”
Hoy, Dios sigue derramando de su revelación para tu vida y la mía. ¿Qué preguntas son las que no te dejan dormir o las que te siguen a cada lugar que vas? ¿No crees que sea un buen momento para cambiar de actitud? Te aconsejo que le hagas caso al apóstol Pedro, que algo de todo esto debe saber: “Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes”. (1° Pedro 5:7 NTV).
“Señor, pongo todas mis ansiedades delante de ti para que me muestres, una vez más, que Tú tienes el control de todas las cosas. Haz que viva confiado en ti, sabiendo que tu perfecto amor expulsa todo temor por lo que va a pasar mañana. Descanso en ti”.