En primer lugar, tenemos que dejar nuestro espacio de confort.
La Palabra de Dios es un desafío completo e integral para salir y aventurarnos más allá de la comodidad: “Amar a nuestros enemigos”, “hacer el bien a los que nos aborrecen”, entre infinidad de citas. También podemos mencionar las demandas tales como, tener paciencia, soportar a los demás, bendecir a los que nos maldicen, tener misericordia, y muchas otras más que ponen en evidencia que nos cuesta ser pacientes, que es difícil convivir con insoportables, y que la misericordia requiere un esfuerzo, entre tantos encargos bíblicos.
En segundo lugar, debemos permitirnos cometer errores.
Salir de la comodidad nos lleva necesariamente a cometer errores. La Biblia demuestra que las equivocaciones son parte de nuestro diario andar y no ha ocultado los pecados del Rey David, los berrinches del profeta Jonás, las artimañas de Jacob o de Abraham, las peleas de Pablo y Pedro, y podemos seguir enumerando. Como vimos en el apartado anterior, las demandas demuestran que nos cuesta, pero la salud espiritual comienza cuando reconocemos nuestras fallas y nos aferramos al único que nos puede librar de ellas.
En tercer lugar, debemos perseguir excelencia y no perfección.
Cometer errores es parte del ser humano y es un aprendizaje constante para ir conquistando cada área de nuestras vidas. La vara de la perfección está muy alta, se llama Jesucristo, y la buena noticia es que tenemos toda la vida para crecer, dar al máximo e ir escalando en búsqueda de una excelencia diaria. Mañana no vamos a ser perfectos, pero vamos a estar mejor preparados, vamos a superarnos y estar capacitados para dar cada día más de nosotros mismos.
Tenemos que ensancharnos y extendernos en todo sentido (Isaías 54:2-3), corriendo el riesgo de cometer errores, para lograr de esta manera un nivel de excelencia diario que nos llevará a seguir desafiando nuestros espacios de confort, para llegar a nuevos niveles de aprendizaje y crecimiento, con las equivocaciones que esto conlleve, pero hacia un nuevo ciclo de calidad.
Este es el círculo virtuoso que debemos aplicar en nuestras vidas espirituales, en nuestras familias, en nuestros matrimonios, en nuestras empresas, ámbitos laborales, y en cada área que creamos conveniente. “No hay fallas en el razonamiento”, porque los valores y las enseñanzas bíblicas son base para potenciar nuestro diario vivir.
1: Debemos salir de nuestra zona de comodidad y la Biblia es un tratado integral sobre este tema. 2: Debemos asimilar los errores a los que esta aventura nos lleva. 3: El aprendizaje de esos errores nos llevará a un camino de excelencia. 4: Se amplifica la zona de influencia y comienza el ciclo nuevamente.
Cuando cometas un error no reniegues de él, utilízalo como arma de gestión para el aprendizaje y el desarrollo de tu vida.