Creo que para desentrañar lo anterior es interesantísimo prestarle suma atención al diagnóstico que hace el apóstol Pablo de la iglesia en Galacia.
En Gálatas 1:6-7 dice: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo”. Vemos aquí que usa los verbos “perturbar” y “pervertir”. Perturbar significa hacer remolinos, confundir, correr el eje, descarriar, perder la concentración o el enfoque por completo. Apunta a lo conceptual. Pervertir es cambiar de bien a mal, corromper, dar vuelta, torcer el eje por completo.
En Gálatas 5:7-8 Pablo cuestiona: “Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama”. Usa “estorbó” y “persuasión”. Estorbar es hacer salir por la fuerza, alterar y provocar confusión para expulsar.
Persuadir es aconsejar, convencer e inducir en un marco de dulzura y suavidad. Apunta a la acción.
Una más. En Gálatas 3:1 Pablo sentencia: “¡Oh, gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad?” El apóstol usa el verbo “fascinar”, que significa atraer la atención por medio de una cualidad extraordinaria. Forma de hechizo que inmoviliza. El tema es que a veces no es fácil precisar ni distinguir el desvío ya que el enemigo vino para hurtar, en base a astucia, sin que quede en evidencia.
También Pablo se refiere a esto cuando escribió “…un evangelio diferente. No que haya otro…”, o sea que son dos variantes dentro de una misma cosa. No es tan fácil darse cuenta. Y no es un juicio de valor sobre las motivaciones de predicadores, maestros, conferencistas, oradores y comunicadores. Es con el ánimo de que evaluemos qué provoca en nosotros lo que estamos escuchando y leyendo.
Si nos está confundiendo, nublando la vista, desenfocando de las cosas de arriba y haciendo perder intensidad tenemos que darnos cuenta de que ya empezó, en nuestra mente y corazón. Y que no va a parar allí, vamos a pasar en algún momento a la acción: Vamos a cambiar el bien por el mal, se va a torcer lo que hasta ahora fue nuestro eje. La confusión va a dar lugar a ideas que ahora parecen inofensivas, pero, primero nos va a inmovilizar y luego nos va a terminar dejando fuera del Camino.
Mañana concluiremos con esta saga “El chip del enemigo”. Mientras tanto, te invito a orar así:
“Querido Dios, que nada ni nadie me persuada, me estorbe o me confunda para desviarme de tu santa voluntad. No quiero comenzar en el espíritu para terminar en la carne, sino vivir plenamente conectado a ti”.