En el pasaje Dios dice “No temas porque yo…”, no dice no temas “porque tú”. No sé si me explico. La respuesta principal al temor no es lo que yo soy sino lo que Él es, y en todo caso, lo que hizo y prometió para mí, pero en todo caso, siempre se trata de Él. David se enfrenta a Goliat y responde a todas sus burlas y agresiones diciendo, “es a Él a quien desafiaste”.
Creo que a veces confundimos nuestro rol frente al temor. Nos hacemos cargo de algo que ya está hecho. Jesús venció por cada uno de nuestros temores, en todo caso lo que deberíamos hacer es creer que eso que me atemoriza está incluido en la lista, y confesarlo. No se trata de luchar con el temor siendo valiente, porque en muchos casos lo estaremos haciendo con nuestra alma, sino de tener fe en Él y sus promesas.
Es cierto, luego tenemos que actuar, Isaías tuvo que ir a la guerra, y David enfrentarse a Goliat, pero desde su lugar, el de hijo que confía, sin la responsabilidad de obtener la victoria, sino de confiar en que Dios va por mí.
La fe producirá junto con la prueba un carácter probado, seguro, firme, porque habrá visto con sus ojos, que alguien pelea por él. ¿Qué gigante que viene amenazando tu vida necesita enfrentarse con nuestro Dios? La respuesta de David al rey fue, “no me preocupa lo que pueda hacer un gigante, porque mi Dios me defendió antes y lo volverá a hacer”. Fe. Confianza. Entrega.
¿Qué te parece si ponemos las cosas en su lugar? Nuestros enemigos también son los de Dios, y si vienen a atemorizarnos, Él está listo para actuar, si es que confiamos y le cedemos el lugar. ¿Empezamos?
“Señor, que mi fe sea tal como la que tuvo David, que a pesar del gigante contra el que se enfrentaba, no dio lugar al temor sabiendo que Tú eras el que peleaba por él”.