Debemos cambiar nuestra manera de pensar. Es necesario que podamos reentender la forma en la que el Señor nos va a proveer. Encasillamos a Dios dentro de nuestros propios preconceptos y parece que todo debería suceder como lo esperamos, porque si no es inválido.
Lo que nos han enseñado (muchas veces mal enseñado) dejan a Dios sin posibilidades de sorprendernos ya que preconcebimos una solución y esa solución preconcebida por nosotros, muchas veces está fuera de los planes de Dios y no “dejamos” que Él nos sorprenda.
En el caso de Elías, ¡la escasez y sequía en definitiva habían sido profetizadas por Elías por indicación del Padre! Él solo pagaba las consecuencias de vivir bajo un gobierno corrupto, y el Señor había prometido cuidarlo, pero ¿un cuervo? La pregunta sería: ¿por qué no envió un ángel en lugar de un cuervo? ¿Es que acaso Dios no “siempre” manda un ángel cuando nos tiene que proveer o ayudar?
Dios pone de manifiesto en este acto que sus bendiciones no siempre son entregadas en “el envoltorio” que nosotros esperamos. Casi como diría Pablo en 2° Co. 4:7 “…para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”.
¿A qué se parece un cuervo hoy día?
● A un pariente insufrible, que te brinda su ayuda.
● A un vecino inconverso que te quiere bendecir.
● A un hermano “carnal” que te da una palabra de aliento.
● A la última persona a la que quieres ver, pero viene en tu auxilio.
Sin embargo, muchas veces frente a estas situaciones nos dedicamos a espantar a los cuervos, ya que en lugar de un ave negra esperamos un angelito blanco. Pero Dios es Dios y no se sujeta a nuestros viejos paradigmas.
Debemos deshacer esos “espantapájaros” creados por nosotros mismos y que impiden que el Señor nos bendiga de una forma diferente.
Ese espantapájaros puede estar hecho de: orgullo, baja autoestima, heridas emocionales, incredulidad, preconceptos (mandatos culturales) y es necesario que hoy los puedas desechar ya que es posible que esos cuervos que estás espantando, no sean otra cosa más que portadores de la bendición del Padre para un momento de sequía y escasez.
“Señor, no permitas que construya en mi vida esos espantapájaros que impiden que me bendigas como tú quieras. Permíteme abrir mi corazón para recibir tu bendición de la forma en la que quieras dármela.”