A menudo solemos preocuparnos por cada uno de los problemas que nos rodean, especialmente cuando de deudas se trata. Muchos vemos cómo otros que no tienen preocupaciones de nada, lo tienen todo y lo más absurdo es que no tienen a Cristo en su corazón.
Pareciera que viven bajo “la bendición de Dios” y hasta hacen pensar que para ser prósperos habría que dejar los caminos de Señor. Pero esto es solo una mentira del enemigo para hacernos creer que no somos hijos de Dios.
Acostumbramos pensar que Dios tiene algo en nuestra contra y hasta solemos reclamarle en los momentos difíciles donde necesitamos una pronta ayuda, pero realmente Él nos dice en el versículo 8 y 9 de Salmos 37, “deja la ira y desecha el enojo… Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra”.
“Señor Jesús, ayúdame a entender cuál es tu voluntad en mi vida. Ayúdame a retener mi lengua de cualquier reclamo, y hazme entender tus planes, que seas tú quien dirige mi vida y no lo que me rodea. Sé que tengo tu plena cobertura de bendición y no me dejarás caer. En ti confío.”