Cuando Jesús resucitó, no regresó al cielo inmediatamente. En Mateo 28:18-20 se nos cuenta cómo ascendió y lo que ordenó a los que quedaron en la Tierra y a los creyentes que aún estaban por nacer. Conocida como La Gran Comisión, Él compartió: “Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos”.
Al encontrarse con sus discípulos, antes de ascender a los cielos, les dio La Gran Comisión que leemos en el texto citado anteriormente. Es sumamente vital que reconozcamos no sólo la importancia de cómo Jesús resucitó y regresó al Cielo, sino también, lo que es extremadamente importante para nosotros, que algún día regresará a la Tierra como lo prometió.
Mientras algunos cristianos no tienen mucho interés por la situación de las personas que todavía viven alejadas de Dios, no reconocen y mucho menos aceptaron a Jesús como su Señor y Salvador, todos estamos llamados a compartir las Buenas Nuevas de Cristo y a aferrarnos a que Él ciertamente regresará. Desde que Él se fue, el “reloj del fin de los tiempos” comenzó a girar. Jesús lo dijo: “Cuando todo esté listo, volveré para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde yo estoy” (Juan 14:3). No sabemos en qué minuto estamos, por lo tanto, estamos viviendo en el Fin de los Tiempos desde que Jesús regresó al Cielo.
Como cristianos, debemos aprovechar este tiempo para compartir intencionalmente el evangelio con quienes nos rodean; debemos continuar afirmando nuestras propias relaciones con Dios, leer Su Palabra y ser diligentes en la oración. Este no es momento de temer; es un tiempo para vivir la vida que Dios nos ha llamado a vivir. Ni siquiera el Hijo sabe la hora exacta en que regresará a la Tierra, pero aún podemos estar conscientes del cumplimiento de estas increíbles profecías.
“Señor, que estemos fortalecidos por el hecho de que nuestra fe es verdadera y Tú, nuestro Dios, cumple, Tu Palabra”.