La adolescencia es una etapa muy bonita para los hijos, pues es en ese momento donde comienzan a descubrir las cosas de la vida; comienzan a sentir afecto hacia alguien específico, los sueños se empiezan a gestar en sus mentes, en general se desarrolla una serie de cosas en sus mentes, pero muchas de ellas, no las comentan y se convierten en problemas, de hecho, la palabra adolescente etimológicamente significa adolecer, una carga o peso. En ese momento es función de los padres trabajar en conjunto para dirigir a los hijos, ya no con regaños, sino con prudencia. En esa etapa de la vida requieren un por qué de las cosas. Necesitan argumentos, y los padres para este punto deben prepararse.
Afortunadamente, las Escrituras se han convertido en una gran herramienta para la instrucción de los adolescentes, pues no solo es instructivo de vida, sino autoridad máxima.
Los problemas de los hijos (varones) generalmente son internos, o externos, pero los interiorizan, por lo cual no hay una respuesta a ello si el padre o madre no indaga en profundidad.
Algo sumamente importante (especialmente para las madres, incluso madres solteras) es que el hijo no puede evitar pasar por sus problemas. Hemos visto cómo en muchas ocasiones, las madres evitan que sus hijos padezcan alguna situación, pasen por algún problema, pero esto es requerible para el varón, pues así forma su carácter el hombre. Si un hombre no pasa por problemas, no logrará tener una actitud osada y varonil antes las dificultades cuando sea mayor.
Hace algunos días, escribí sobre ello, una de las cosas importantes respecto a ello fue lo siguiente: “Él tiene que pasar por los problemas, cada uno de ellos, porque es así que el carácter del varón se forma. Es en esos momentos que la figura paterna debe hacer presencia. No se trata de aventarlo al problema para que se ‘haga hombre’, sino que lo atraviese solo, pero consiente de que tiene alguien que le va a ayudar, y se convierta en un futuro en un hombre que cada problema que tenga lo pueda solucionar”.
En este punto de la vida del hijo, los padres debemos ser instructores y guías. Es importante que ellos pasen por los problemas, porque les ayuda en su carácter y logrará resolver cada dificultad que atraviese.
¿Qué sucede si evitamos que el adolescente no pase por las adversidades? Cuando por un amor excesivo por nuestros hijos, evitamos que en esa edad pasen por los problemas, cuando sean grandes, serán hombres inseguros, con dificultades de comunicación. Porque es natural del hombre traer la solución, pero no lo logrará si no ha atravesado por un tiempo de experiencia.
Otra de las cosas que sucedería es que buscaría una ayuda masculina externa. Muchas veces podría ayudar que un familiar, amigo, conocido, etc. pueda aportar a su desarrollo, pero no en su adolescencia. La mayoría de los varones al rededor suyo que no sea su padre pensarían lo que previamente he mencionado: “aviéntate para que te hagas hombre”. Pero un padre diría “avanza, yo voy a estar aquí”. El primer ejemplo resultará con actitudes “broncas”, y el segundo con actitudes “sabias y varoniles” porque hubo consejo previo, durante y al final del problema. (Aunque existen padres no biológicos que han logrado demostrar ser buenos guías).
Si eres madre y tienes un primo, algún familiar varón, y si le preguntas sobre qué problemas atravesó en su adolescencia y cómo los pasó, quizá algunos te dirán, “los pasé solo”, otros te dirán “mi dieron consejo” pero ninguno dirá “no los pasé”.
Seamos padres consientes del desarrollo de nuestros hijos. Pero, sobre todo, seamos consejeros y guías en esta etapa. Para ello es indispensable considerar las Escrituras. La Palabra, como previamente lo hemos detallado, se convierte en una autoridad infalible para el adolescente. Es decir, ellos podrán ocultar algo a sus padres, pero no a Dios, las palabras de sus padres no las escucharán a veces, pero la palabra de Dios la escucharán. Hagamos uso de las escrituras para guiar a nuestros hijos en un mundo donde la identidad de ellos está en peligro, y los medios digitales pueden ser la herramienta del enemigo para hacer que se aparten.
“Señor, ayúdanos a ser buenos padres, que sepamos guiar a nuestros hijos en sabiduría que viene de lo alto, regidos por tu Palabra. Que ese consejo que le brindemos hoy sea la guía a futuro, para que cuando se encuentren en pruebas, puedan recordarlos y salir adelante tomados de tu mano”.