La Inteligencia Artificial Generativa (IA) está revolucionando el mundo. Muchos perciben este avance como una catástrofe, pues ven superadas las capacidades de los seres humanos, por ejemplo, en términos de reemplazo laboral. Pero más allá de cualquier mirada trágica, es el momento oportuno de reflexionar sobre lo que nos hace valiosos como seres humanos.
Precisamente, las características que la IA no puede reemplazar son las que Dios nos ha regalado cuando nos infundió aliento de vida.
El New York Times publicó un artículo sobre la IA: “Cuando tus habilidades técnicas sean eclipsadas, tu humanidad importará más que nunca”. El artículo habla de las condiciones “únicas” del ser humano y lejos del pensamiento aterrador, explica que se abre un mercado laboral para quienes:
(A) Se comuniquen eficazmente.
(B) Desarrollen la empatía.
(C) Piensen críticamente.
En principio, este planteo revaloriza la idea de que Dios no se ha equivocado al crearnos a su imagen. Qué gran verdad: Tu humanidad importará más que nunca. Pero sobre todo podemos confirmar que tenemos un propósito irremplazable en nuestras características humanas:
A. Capacidades para comunicarnos eficazmente:
Dios nos creó con la capacidad de “comunicarnos”, principalmente para que tengamos una relación con Él. Por tal motivo ha utilizado diversos medios para hacerlo, sobre todo la oración. También espera que desarrollemos una comunicación eficaz, creativa y efectiva unos con otros. Nos ha dejado instrucciones para construir relaciones sólidas y significativas, para compartir el mensaje de amor y esperanza, servir y contribuir en la Iglesia, la familia y la comunidad. La “buena noticia” debe ser comunicada eficazmente, el evangelio de Dios debe llegar a todos (Marcos 16:15).
B. Desarrollar la empatía:
La empatía es clave en la Palabra de Dios. Si bien esta palabra no ha sido utilizada literalmente, podemos ver en acción a Jesús teniendo compasión de las multitudes (Mateo 9:36), movido a compasión ante la muerte de un hijo (Lucas 7:11-16), permitiendo a los niños acercarse (Marcos 10:13-16) y más. Este valor es clave en la narrativa bíblica. Instrucciones como amar al prójimo, la compasión y la misericordia, son esenciales en la aplicación de la cultura del reino de los cielos en las sociedades actuales.
C. Pensar críticamente.
La acción de pensar críticamente es enfática en las Escrituras cuando nos habla y nos anima a desarrollar sabiduría, discernimiento, prudencia y comprensión cabal. Dios mismo nos desafía a analizar cuidadosamente los hechos: “Probadlo todo; retened lo bueno” (1º Tesalonicenses 5:21).
En 1º Juan 4:1 leemos: “No creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios” y en Mateo 7:20: “Por sus frutos los conoceréis”. Estos versículos son una invitación a evaluar, reconocer y discernir, para no ser sacudidos y llevados por cualquier “viento de doctrina” (Efesios 4:14).
Estamos ante otro cambio radical que desafía a la humanidad. Lejos de ser una desgracia, sólo es una etapa más en la historia en que se abrirán grandes oportunidades para aquellos que entiendan que las singularidades de las personas serán tan valiosas como nunca antes haya ocurrido: Es el tiempo de Dios y de su Espíritu Santo.
Los hijos de Dios se destacarán al mostrar el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5:22). Es el tiempo en que nuestro mundo va a requerir las capacidades que Dios nos ha implantado. Ante esta difícil coyuntura natural van a prevalecer los valores celestiales.
“Señor, ayúdanos a apreciar las características invaluables que has implantado en nuestras vidas. Danos sabiduría y entendimiento para enfrentar la realidad de estos tiempos con los valores del reino de los cielos. Que estos sean días de oportunidades. Gracias por darnos aliento de vida”.