El mayor desafío de Faisal Mohammed Al Shimmari, fue convertir una amplia zona de los Emiratos Árabes en terreno fértil para cultivar. Lo hizo en medio de la adversidad, teniendo en cuenta que las temperaturas llegan a los 50 °C y que, a lado y lado, lo único que hay es arena.
Su trabajo se focaliza en Al Ain, un oasis desértico que, un día soñó, podría ser apto para la agricultura. Es un esfuerzo costoso, reconoce, ya que deben comprar el agua para irrigar el campo tres veces más frecuentemente que si se tratara de lugares con clima templado.
Lo que parecía imposible, progresivamente se ha ido tornando en realidad como consecuencia de la humedad que mantienen. Las semillas germinan y las plantas se tornan robustas.
Igual con nuestra vida cuando, pese a los equívocos y pecados en que hayamos incurrido, volvemos la mirada a Dios. Escuchamos el llamado que nos hace por su gracia para ser transformados. Solamente Él, con su poder, cambia nuestra forma de pensar y actuar.
Puede que su pasado haya estado signado por todos los errores imaginables. Le atormentan hoy. Pues bien, cuando usted se acoge al amor y la misericordia del Padre, sus pecados son borrados y le abre las puertas para emprender una nueva vida. Él convierte los desiertos en zonas de cultivo, como anotan las Escrituras:
“Entonces el desierto se volverá un campo fértil, y el campo fértil se convertirá en bosque” (Isaías 32: 15). Recibe a Jesucristo en tu vida. Aprópiate de la gracia de Dios. Hoy es el día para emprender un nuevo camino.
“Amado Padre Celestial, gracias por extenderme tu amor y misericordia. Reconozco que he pecado y que, hasta hoy, he estado lejos de ti. Ayúdame en ese proceso de transformación que necesito y anhelo, y permíteme, desde hoy, andar en tus caminos”.