En la película Jurassic Park, la primera de la saga de Steven Spielberg, el creador del parque convoca a unos científicos para que den su opinión del mismo y uno de ellos en el recorrido dice: “Dios crea a los dinosaurios, Dios elimina a los dinosaurios, Dios crea al hombre, el hombre crea al dinosaurio, el dinosaurio se come al hombre…”. Esta frase me hace pensar en la actualidad de la raza humana, ¿cuál es el dinosaurio que hemos creado?
Occidente cuna de la civilización judeocristiana, ha gozado de libertades que le han permitido desarrollar la ciencia y tecnología a límites que rozan la imaginación de la ciencia ficción. Nos creemos tan poderosos que, al olvidarnos de nuestros orígenes, creemos que ese poder lo hemos creado nosotros.
En los últimos cien años la ciencia y tecnología han avanzado más que en toda la historia de la humanidad. El problema es que la tecnología avanza muy rápido y la ética y moral avanzan a velocidad más lenta, y se agrava cuando sacamos a Dios de la ecuación.
Desde que el filósofo Nietzsche (a quien se le asigna la frase “Dios ha muerto”), elimina a Dios como un absoluto, la consecuencia inmediata es decir “la verdad no existe es una construcción social” y si bien hay verdades relativas que todos inevitablemente construimos con muestra experiencia de vida debe haber una referencia de una verdad absoluta y esta verdad es Dios. Jesús dijo: “Yo soy la verdad”, o sea, no es un concepto, es una persona. La fe tiene dogmas y la ciencia tiene axiomas. Hay puntos de partida para construir, caso contrario estoy flotando sin sentido en la burbuja de la vida.
Si yo quiero medir algo necesito un metro, pero la referencia de qué es un metro, es lo que se conoce como el metro patrón, que es una barra de platino que fue utilizada como el estándar para la construcción de todas las otras medidas de longitud del sistema métrico. La misma está en la ciudad de París, Francia.
En mi juventud aprendí a navegar a vela. Cuando se navega en ríos y lagos se tiene referencias visuales para ubicarse, pero cuando uno sale a mar abierto, el compás de navegación es el instrumento que me indica el norte magnético de la tierra y me permite establecer el rumbo para ir a un determinado lugar. Necesito un rumbo para llegar a buen puerto, de la misma forma necesito absolutos en mi navegación de la vida.
La tecnología puede ofrecernos mejorar aspectos de nuestra vida y bienvenida sea, pero debe ser puesta a prueba bajo la lupa de los absolutos, caso contrario la humanidad puede terminar en las puertas del Hades de la destrucción como un dinosaurio queriendo devorarnos. “Hay camino que al hombre le parecen recto, pero acaba por ser camino de muerte”, dice Proverbios 14:12.
Necesitamos cada día volver al primer amor, a los fundamentos, entendiendo que Jesús es nuestra guía, nuestra luz, faro en la noche, que nos inspira, consuela, alienta, ayuda y nos fortalece en nuestro diario vivir.
El mundo me empuja a vivir en soledad, conectado a pantallas e información que manipulan mis pensamientos y emociones para que los adoptes como verdades.
Dios no es cosa del pasado, es eterno y siempre nos busca para sentarse a la mesa y cenar con nosotros, pero debemos dar cada día el paso para sentarnos a su mesa y aprender a vivir con Él.
“Querido Dios, no permitas que me la crea. Tú eres el dador de todas las cosas y reconozco que cada logro, cada meta a la que he llegado, fue por tu gracia. Deseo buscarte cada día, entendiendo que sólo así podré disfrutar de todo aquello que nos das en esta vida. No quiero dejar que mis verdades ni los accesorios de esta vida me extingan. Quiero que seas mi brújula para dar sentido al camino que estoy siguiendo”.