Cada día estamos frente a un nuevo desafío: vencer las tentaciones que nos ofrece el mundo para incurrir en el pecado. Las diversas presentaciones publicitarias, imágenes sugestivas que se difunden en redes sociales, libros o artículos en los cuales algunos autores no dejan pasar oportunidad para enviar mensajes con doble sentido, personas alrededor que buscan incitarnos a caer en su visión inmoral de la vida. El listado podría ser interminable.
La fortaleza para vencer proviene de la gracia de Dios. No es en nuestras fuerzas. Podemos tener la mejor voluntad, pero la inclinación a hacer lo malo, siempre estará a la puerta. Vencer sí es posible, por la fortaleza que proviene del Padre Celestial.
Él es quien nos lleva a reconocer el error, arrepentirnos y emprender un camino diferente.
En diciembre del 2022, el nombre de Pedro Gabriel Nonato salió del anonimato en Brasil. Fue víctima de un robo. Y tú, quizás, razones: ¿Y qué? ¡A todos nos han robado! De acuerdo, pero en este caso específico, el ladrón que se llevó su moto, la devolvió tres días después. En una nota escrita a mano, le explicaba que se arrepintió de haberle causado daño. “Eres un amigo, eres un trabajador como yo. Disculpa”, decía.
Todos pecamos y sin duda lo seguiremos haciendo. Si no fuera por la gracia divina, jamás tendríamos posibilidad de pasar a la eternidad con Él. De ahí que arrepentirnos, pedirle perdón y reemprender el camino, es esencial el arrepentimiento sincero.
El apóstol Juan escribe: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1: 9).
No crea las mentiras de Satanás en torno a que siempre incurrirá en pecados y que es un círculo del que jamás podrá escapar. Con ayuda de Dios sí podemos vencer. Dependiendo no de nuestras propias fuerzas, sino de las que provienen de Él. Hoy es el día para reemprender el camino.
“Amado Padre celestial, reconozco que peco y, aunque mi deseo es ser fiel a ti, incurro en los mismos equívocos que me hacen sentir mal. Reconozco que hasta hoy he venido luchando en mis fuerzas. Me arrepiento y pido tu fortaleza. En lo sucesivo, mi lucha no será por mi propia voluntad y esfuerzo, sino dependiendo de ti que me permites ser vencedor”.