Un devocional desde lo más profundo de mi corazón.
Tal vez has sentido que ya no puedes; que la carga es demasiada, que no lo lograrás y sabes, es cierto, no lo lograrás, pero Dios sí.
Si por un momento nos concentramos en Dios simplemente y entregamos todo a Él, seguro hará algo que te sorprenderá.
Hace unos años viví en Nuevo Laredo, Tamaulipas, tenía 21 años y 3 años de casado, la situación era difícil. Ya no vivía por mí, ni siquiera me importaba si la ropa que tenía era de hace 2 semanas; vivía en un lugar inadecuado para vivir, era un pequeño cuarto, techo de lámina y el piso estaba quebrado de tal manera que prácticamente pisaba tierra, no tenía absolutamente nada, solamente un montón de ropa en una esquina y otro montón de ropa en otra esquina (se suponía que esa era la limpia) y solo una lámpara iluminaba la habitación.
Una noche después de llegar del trabajo, prácticamente casi llorando, le decía a Dios “¿Realmente esto es lo que me toca?, ¿es lo que debo recibir?” De pronto quedé en silencio, tomé una guitarra que estaba a mi lado y empecé a tocarla. Casi de inmediato empecé a sentir una presencia inexplicable. Fue entonces cuando entendí que Dios nunca me había dejado, en ese momento escribí unas palabras que dediqué a Dios en canción en ese momento, describiendo que a pesar del valle de sombra que esté atravesando, Dios me demuestra que está conmigo.
Muchas veces no rendimos cuando vemos una situación tan difícil para nosotros y es claro que nunca podremos superarlas, pero Dios, sí lo puede hacer.
En Mateo 14:28-31 dice: “Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”
Pedro tuvo miedo al ver la turbulencia de las aguas y comenzó a hundirse y, ¿sabes?, eso pasa con nosotros. Cuando desenfocamos nuestra mirada de nuestro Señor y empezamos a ver los problemas que obviamente no podremos superar, comenzamos a hacernos pequeños ante tal problema o situación, pero si Dios te dice “Yo estoy contigo hasta el fin del mundo“, sólo créele.
La situación se puede empeorar, pero como dijo Jesús en su palabra (Juan 16:33): “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.
Todos pasaremos momentos de aflicción, momentos en los cuales aparentemente tirar la toalla sería lo mejor, pero en el último momento ten fe en Dios.
“Señor, que las tormentas de la vida no hagan que me hunda en la desesperación. Confío en que me harás caminar sobre las aguas tempestuosas y que si en algún momento de debilidad, comienzo a hundirme, allí extenderás tu mano para rescatarme. Confío en ti”.