Este párrafo de Santiago nos lleva inevitablemente a hacernos tres preguntas con respecto a la Palabra en el día de hoy.
1. ¿A quién se asemeja el que es oidor y no hacedor de la Palabra? “Al que se mira en un espejo, se considera a sí mismo y luego se olvida de cómo era”.
Permíteme ejemplificar esto: si por la mañana me levanto, siento una molestia en mi rostro y sospecho que allí hay un grano, debo ir al espejo para corroborarlo. No te olvides que éste me muestra tal cual soy y me permite chequear si mi sospecha es una realidad. Si descubro que lo es, debo actuar en consecuencia, es decir debo quitar esa molestia de mi cara. El espejo me ayuda en ese proceso.
2. ¿Qué consecuencias tiene el que es oidor y no hacedor de la Palabra?
A. Se engaña a sí mismo. Dicho en otras palabras, me autoboicoteo. Me “ayudo” a mí mismo a no avanzar en el desarrollo de mi vida espiritual.
B. No es de testimonio a los no creyentes. Si algo diferenció al Señor Jesús de los religiosos de su época es que ponía por práctica aquello que enseñaba. Por eso causó enorme impacto. Los religiosos decían, pero no hacían. Por eso Jesús dijo de ellos: “Practiquen y obedezcan todo lo que les digan, pero no sigan su ejemplo. Pues ellos no hacen lo que enseñan”. Por esta razón estaban muy lejos de ser de testimonio a su entorno, aun siendo religiosos.
C. Es piedra de tropiezo, especialmente a los débiles en la fe. Recordemos que algunos, por distintos motivos, no pueden disociar la experiencia personal de fe, de las personas y de la estructura de la iglesia, razón por la cual, al observar a alguien que dice ser cristiano, que dice alinear su vida a la Palabra, pero su manera diaria de vivir no lo refleja, automáticamente se ve afectado por dicha dicotomía, y lejos de acercarse al Señor y su Palabra, se escandaliza.
Alguien dijo: “No hay nada peor que un buen consejo, seguido de un mal ejemplo”.
3. ¿Qué consecuencias tiene el que no sólo es oidor, sino también hacedor de la Palabra?
La respuesta es simple y profunda a la vez: es bienaventurado, es feliz en todo lo que hace. Ésto no sólo repercute para consigo mismo, sino también para con aquellos que le rodean.
“Señor, quiero ser oidor y hacedor de tu palabra. Quiero verme al espejo y recordar quién soy, un hijo tuyo, un hacedor de lo que la Biblia declara en cada página”.