No puedo pretender presentarles un estudio exhaustivo sobre el perdón en estas pocas palabras que vuelco en este escrito, porque hay mucho material exquisito y profundo, comenzando por la Biblia misma, más los miles de libros que se han escrito sobre el tema, y también las experiencias públicas y privadas de tantos, las mías propias… ¿las tuyas también?
Personalmente me ha tocado vivir situaciones tan inesperadas como caóticas y desesperantes, donde fue necesario tomar la decisión de perdonar. ¿Decisión? Justamente de eso se trata. No podemos esperar a “sentir”, o que surja el deseo, o que algo nos sea revelado sobre el perdón. Tampoco se debe esperar a que el ofensor pida perdón, porque tal escenario puede que nunca ocurra. Es una cuestión de obediencia, y como tal, requiere que tomemos la decisión de hacerlo.
El perdonar trae libertad:
– libertad de ser controlado por el pasado
– libertad de las ataduras emocionales con el ofensor
– libertad de los continuos conflictos internos con la amargura y el odio
– libertad para ser sano y disfrutar la plenitud de la vida
Las lágrimas que derramé, yo perdono.
El sufrimiento y las decepciones, yo perdono.
Las traiciones y mentiras, yo perdono.
Las calumnias y las intrigas, yo perdono.
El odio y la persecución, yo perdono.
Los golpes que me dieron, yo perdono.
Los sueños rotos, yo perdono.
Las esperanzas muertas, yo perdono.
El desamor y la envidia, yo perdono.
La indiferencia y la mala voluntad, yo perdono.
La injusticia en el nombre de la justicia, yo perdono.
La ira y el maltrato, yo perdono.
El abandono y el olvido, yo perdono.
El mundo con toda su maldad, yo perdono.
La pena y el resentimiento, los sustituyo con comprensión y entendimiento.
La rebeldía, la sustituyo con la música que sale de un corazón que ama a Dios.
El dolor lo sustituyo con olvido.
La venganza, la sustituyo con victoria.
Seré capaz de amar por encima del desamor.
Dar incluso cuando estoy despojada de todo.
Trabajar feliz incluso cuando estoy en medio de todos los obstáculos.
Secar las lágrimas, incluso cuando aún estoy llorando.
Creer incluso cuando estoy desacreditada.
Perdonar te libera, te aliviana, te sana…
No importa si nunca te pidieron que perdonaras; es una decisión unilateral que se toma con el fin de ser sano y libre.
¿Que si es fácil? No, para nada. Es difícil, pero una vez que se hace, la sensación de paz es indescriptible.
¿Por qué perdonamos? ¡Porque nosotros hemos sido perdonados primero! Efesios 4:32 dice: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.
“Señor, dame un corazón perdonador para liberarme de todo aquello que me ata al pasado y no me deja disfrutar de tus bendiciones”.
Publicado originalmente en la Antología “¡Perdonado!” de M. Laffitte Ediciones.