Los milagros de Jesús siempre fueron y siguen siendo motivos para que la gente pueda conocer el amor y el poder de Dios.
En el Evangelio de Juan 2:1-12, leemos sobre Jesús realizando su primer milagro en una boda en Caná de Galilea. Al anfitrión se le acabó el vino y, siguiendo la indicación de su madre, Jesús pidió a los sirvientes que llenaran seis tinajas con agua. Cuando el maestro del banquete probó el agua, se había convertido en el mejor vino.
Al principio, este milagro puede no parecer demasiado importante en comparación con algunos de los otros milagros de Jesús, pero las bodas judías son algo digno de contemplar. El hecho de que el primer milagro del Mesías haya ocurrido durante una boda señala la abundancia y la bendición que provienen de nuestra relación con Jesús.
Jesús realizó su primer milagro en un banquete de bodas como un adelanto de la celebración nupcial definitiva, la cena de bodas del Cordero, de la que hablaron los profetas y en el libro de Apocalipsis, que dice en 19:7-8: “¡Alegrémonos y démosle gloria! Porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Se le dio para vestir lino fino, resplandeciente y limpio” (el lino fino representa los actos de justicia del pueblo santo de Dios) (NVI). Este aspecto se cumplirá cuando Cristo venga a llevar la iglesia a su morada que ha preparado para ella (Juan 14:1-2). Las bodas en Caná de Galilea señalan espiritual y proféticamente el tipo de relación que Él quiere tener con nosotros, su Iglesia.
Los signos y secretos de la transformación
El milagro de convertir el agua en vino nos muestra que Jesús no sólo es capaz de satisfacer nuestras necesidades sino también superarlas. El milagro en la boda fue oficialmente el comienzo del ministerio público de Jesús, demostrando que Dios estaba comenzando a cumplir las promesas que pusieron en marcha su plan de redención. El milagro de convertir el agua en vino fue un milagro de bendición, abundancia y transformación. Dios transformó algo común u ordinario en algo extraordinario, tal como lo hace con nosotros cuando toca nuestras vidas y nos transforma en nuevas creaciones. Lo viejo pasa y viene lo nuevo. En 2 Corintios 5:17 leemos: “Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!” Esta transformación no es algo que se hace una sola vez, sino más bien un proceso de devenir que dura toda la vida. ¿Recuerdas la fecha y el momento de tu conversión?
Me emocionó al ser testigo de las cosas que Dios hace en mí y en la vida de muchos. Y estoy convencido de que Él quiere hacerlo también en tu vida. Al observar más profundamente los milagros de Jesús, podemos ver promesas para todos los seguidores de Cristo basadas en milagros a lo largo de las Escrituras: Jesús toma lo común u ordinario y lo convierte en algo extraordinario, porque quiere que vivas de su abundancia (convirtió el agua en vino). Jesús quiere renovarte para poder hacer algo nuevo en ti, lo reveló a Nicodemo en el milagro del nuevo nacimiento (Juan 3).
Puedes dejar de vagar sin rumbo o de sentirte estancado en tu situación actual, y en cambio experimentar vida abundante y sanación. Él sanó al hombre en el estanque de Betesda (Juan 5:1-9). Dios quiere bendecirte abundantemente para que tú, a tu vez, puedas bendecir a otros y sembrar en Su reino, Jesús multiplicó los panes y los peces. (Juan 6:11).
Jesús no sólo resolvió el problema inmediato, sino que también produjo un vino tan espectacular que el maestro del banquete habló efusivamente de su calidad. Este milagro significa mucho en el contexto del ministerio de Jesús. Es el primer milagro público del que se nos habla, y también se nos dice que fue donde “manifestó su gloria”. Después de esto, sus discípulos creyeron en él. Fue un cambio enorme en su vida y ministerio.
“Jesús, transforma mi vida para que sea una persona totalmente renovada para dar gloria a ti y bendecir a muchos”.