Parece que en estos días todo el mundo busca un poco de paz y tranquilidad. En nuestra vida y en nuestro mundo pasan muchas cosas demasiado rápido.
Hay momentos que pudieran confundirnos, pues en realidad llevamos una vida muy activa: escuela, deportes, iglesia, amigos, familia. Cualquier cosa que estemos pasando sería muy agotador el tratar de entenderlo todo. Sin embargo, hoy te digo: detente. Es tiempo de que haya algo de paz en tu vida. Jesús es el único que te da paz. Él susurra calma en medio de tu situación desesperada. Te da un descanso. Hay paz cuando entras en su presencia. Cuando quitas tu mirada de tus circunstancias el tiempo suficiente para desviarla hacia Él, inmediatamente encuentras alivio. Recuerda que Jesús no se atemoriza. No importa cuán apresurada o confundida pueda estar tu vida, toma un segundo para encontrar al Príncipe de Paz en ella. Entonces tú tampoco tendrás temor.
“Señor, en esta hora de tanta turbulencia en el mundo, te pedimos paz. Sin palabras grandilocuentes, con sencillez, con simpleza, sólo queremos paz. Paz en el mundo y paz en esta vida ajetreada que nos propone un mundo voraz y vertiginoso como el que vivimos, y que atenta contra nuestras prioridades. Me aferro a ti y me deshago del temor; en tu nombre”.