El gran peligro en la adicción es el hecho de rendirse, de entregarse a otro poder permitiendo que la voluntad se torne pasiva. Muchos adictos niegan que hayan entregado su voluntad e insisten en repetir: “Puedo abandonar esto en cualquier momento”. Pero veamos lo que nos dice la Palabra de Dios al respecto.
2 Corintios 3:17: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.
El diccionario define la adicción como “Rendir la voluntad a algo, de manera obsesiva”. El gran peligro en la adicción es el hecho de rendirse, de entregarse a otro poder permitiendo que la voluntad se torne pasiva. Muchos adictos niegan que hayan entregado su voluntad e insisten en repetir: “Puedo abandonar esto en cualquier momento”. Pero las cadenas no se rompen hasta que no deciden entregarse al poder del Espíritu Santo para ser liberados.
Dice 1° Pedro 2:11: “Os ruego que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”.
Las adicciones y las costumbres destructivas lamentablemente son muy comunes, pues vivimos en una sociedad adictiva. El consumo de cigarrillos, el abuso de alcohol o drogas. Hay muchos que son adictos también a los tranquilizantes. Cada día hay personas que pasan muchas horas diarias en la televisión y la cantidad de esclavos a la pornografía es alarmante. Muchos cristianos luchan en secreto con estos hábitos y buscan ayuda por vergüenza.
Pero ¿qué es una adicción o un hábito destructivo? La adicción o hábito destructivo es “aferrarse a un comportamiento, sustancia, actividad o persona que nos cause daño”. ¿Consideras que tienes vacíos que has intentado llenar por medio de cosas ajenas a Dios? El Señor Jesucristo le mostró esto a una mujer adicta a las relaciones con personas (Ver Juan 4:16-18).
Raíces de la adicción (ver Romanos 7:14-19)
Las adicciones, ya sean drogas, alcohol, gratificaciones personales, pornografía, perfeccionismo o negativismo, generalmente se manifiestan como el deseo de escapar a diversas circunstancias.
Todas las adicciones tienen una raíz espiritual. El ser humano es rebelde y egoísta por naturaleza: desea reconocimiento y satisfacción. La adicción es un reflejo directo de nuestra atadura interna a este pecado de rebelión. La sanidad no es completa hasta que no se haya cortado con esta atadura.
Las adicciones no solamente tienen causas espirituales, sino consecuencias espirituales. Hay muchas maneras en que las adicciones pueden ser destructivas espiritualmente. Hay formas, por ejemplo, de idolatría espiritual que crean adicción, consumen energías y llevan a la autodestrucción; crean una barrera entre el adicto y Dios, impiden la obediencia a su Palabra y, finalmente, perpetúan el pecado.
Muchas veces la persona es llevada a la adicción debido al abuso del que fue víctima en la niñez. Por ejemplo: violación, rechazo, una mala imagen de sí mismo, falta de perdón, culpa o aflicción.
Si en la herencia familiar existen comportamientos de este tipo, hay que tomarlo en cuenta y lidiar con él.
Hay que pedirle al Espíritu Santo que te muestre la raíz que causa la adicción, ya sea tuya o de la persona por quien estás orando, y busques la sanidad y la liberación en esa área (Ver Gálatas 5:1).
Ataduras del pasado
Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto “salió con mano fuerte y brazo extendido”, es decir, con la poderosa ayuda de Dios. Pero hubo un proceso arduo y doloroso para poder lograrlo. Y esto fue debido a costumbres y mentalidades del pasado.
Muchos cristianos batallan con problemas, porque están atados al pasado, y esto les impide su crecimiento espiritual en el presente. Estas ligaduras pueden tener sus raíces en herencias espirituales negativas, y terminan consolidándose y saliendo a luz al abrir alguna puerta, dándole al enemigo el derecho legal de entrar (Ver 2° Corintios 12:20-21).
Síntomas que acompañan una adicción
Es importante que revises si los siguientes síntomas de adicción no forman parte de tu carácter: negación de la realidad, manipulación, ira contenida, orgullo, egoísmo severo, irresponsabilidad, agresividad, mentir constantemente.
Voy a mencionar algunas señales que nos indican si en nuestras vidas hay una adicción o un hábito destructivo:
Obsesión mental: Es cuando una idea fija se instala en nuestra mente, la cual controla los pensamientos, y aunque queremos librarnos, no podemos (Ver 1° Corintios 6:12-13).
Negación: Es cuando el mundo nos está aplastando y decimos “todo está bien”, “¿Cuál es el problema?”, “¿Yo adicto?”, “Lo que pasa es que tengo algunos problemas y necesito unos tragos los fines de semana para relajarme” o “amo a ese hombre; por eso permito que me golpee o me humille”; “El alcohol a mí no me hace daño; a los que beben todos los días sí”. “Bueno, la marihuana es una planta”. “Si tú tuvieras los problemas que yo tengo, me entenderías más” y otras tantas frases que solemos escuchar (Ver 1° Juan 2:4: “El que afirma: ‘Lo conozco’, pero no obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no tiene la verdad”).
Pérdida de control: Hay una pérdida de control, porque la persona ya no es dueña de su voluntad. Es como si alguien más se apodera de sus pensamientos. Consideremos lo que dijo el apóstol Pablo en Efesios 2:1-2.
Consecuencias negativas: al principio las adicciones producen algún tipo de placer, una gratificación, un estado de falso bienestar, pero luego comienza a destruir tu vida.
Aislamiento.
¿Cómo comienzan la adicción y los hábitos destructivos?
1er paso: Ante una primera experiencia con una actividad, una persona, o una sustancia que logra cambiar su estado de ánimo en forma instantánea.
2do paso: La persona no ha sufrido consecuencias negativas, y sigue recibiendo la gratificación y los efectos placenteros que le generan los demás, la actividad o la sustancia a la cual es adicta.
3er paso: Comienzan a aparecer los problemas y las pérdidas, pues aquello a lo que se aferra empieza a deteriorarle. Se desencadena la destrucción.
4to paso: Queda atrapada. A pesar del dolor y el sufrimiento, la persona se aferra más a aquello que la tiene esclava.
5to paso: La ruina. Ya no le importa la vida, se nota el deterioro moral, económico y espiritual, ya no importa nada. Muchas de estas personas terminan en la prostitución, indigencia, en manicomios, en la cárcel. La Biblia dice: “Hay caminos que al hombre le parecen correctos, pero son caminos de muerte”.
¿Cómo ser libre de las adicciones y de los hábitos destructivos?
1) Identifica el área de conflicto. Pídele al Espíritu Santo que te muestre cualquier área de atadura a la que debas prestarle atención.
2) Confiesa y arrepiéntete delante del Señor de los pecados que el Espíritu Santo te muestre.
3) Perdona por decisión propia, todo lo que veas que es una atadura; inclusive, perdónate a ti mismo. Libérate y desecha todo sentimiento que culpe a Dios, y deja de culparte a ti mismo.
4) Recibe el perdón de Dios y su sanidad.
5) Renuncia al pecado y cierra la puerta en cualquier área por donde el enemigo pudiera entrar.
6) Pídele al Espíritu Santo que te ayude a romper con los patrones de conducta a los que estás acostumbrado.
7) Permite que el Espíritu Santo vaya formando en ti cada día, la imagen de Cristo.
¡Que Dios nos ayude a ser libres de toda adicción y de todo lo que perjudica nuestras vidas, que tengas una semana de bendición y victoria!