Cuenta una fábula que un grupo de ranas caminaba por un bosque cuando dos de ellas cayeron en un pozo muy profundo. Las demás ranas se reunieron alrededor y vieron que no podían rescatarlas. ¡Era demasiado profundo!
Las dos ranas, movidas por un impulso de supervivencia, comenzaron a saltar, intentando salir del agujero, pero el resto de las ranas les gritaban desde arriba:
-¡No insistan! ¡No podrán salir nunca!
Las dos ranas siguieron saltando, aunque una de ellas comenzó a desanimarse cada vez más…
-¡No salten más! – gritaban aún más fuerte sus compañeras- ¡No podrán salir!
Y una de ellas, al final cedió y cayó al suelo, en donde al fin murió. Sin embargo, la otra rana seguía saltando cada vez más, con más fuerza, con más intensidad… y en uno de sus grandes saltos, consiguió alcanzar el borde del agujero y salir al exterior.
Las demás ranas la miraron boquiabiertas, sin saber qué decir. Estaban realmente sorprendidas de que aquella rana hubiera conseguido salir del agujero, a pesar de que todas le decían que lo dejara.
¿Cómo es que has conseguido salir? – le preguntó una de ellas- ¿No escuchabas cómo te decíamos que pararas?
Y la rana, se encogió de hombros, les hizo señas para explicar que era sorda, y les dijo con signos que quería darles las gracias por haber confiado en ella. La pobre rana sorda se pensaba que en lugar de decir que parara, le estaban dando ánimos para que consiguiera salir.
Cuán importante son nuestras palabras. Porque ellas tienen poder. Podemos dar vida o muerte a los sueños de los demás. Podemos desanimar o animar. Podemos herir o cicatrizar heridas de un corazón. Demos vida con ellas, también perdón, amor, esperanza en este mundo tan carente de ello.
La gente necesita del evangelio. La palabra evangelio proviene del latín “evagelium”. Esta, a su vez, procede del griego “evanghélion”, que está compuesta por 2 vocablos “ev” que significa “bien” y “angelos” que expresa “mensajero”, por lo tanto, significa “buena nueva o mensaje feliz”.
“Señor, ayúdanos a comunicar con nuestras palabras el amor de Jesús, a prestar atención a los que sufren, interesarnos de verdad por los necesitados. A que nuestras palabras no alejen a la gente de ti. Y que podamos hablar las buenas noticias, tu evangelio”.