¿Alguna vez pensaste o dijiste “¡tanto tiempo cocinando para que en un ratito toda la comida se termine!”? ¡Qué desilusión! Quizás porque las comidas más ricas y saludables tienen un buen tiempo de preparación, entonces en la espera el hambre va en aumento y cuando llega la comida a la mesa, casi no la saboreamos. Posiblemente esto pasa porque no sabemos disfrutar.
Entonces, realmente ¿qué es disfrutar? Le hice esa pregunta a personas cercanas y la mayoría me hablaba de divertirse, de fiestas, de vacaciones en lugares soñados, de horas de entretenimientos, etc. ¿Será sólo eso? Primero, la verdad es que disfrutar no es lo mismo que “sentir placer”. Porque hay cosas que pueden ser placenteras, pero al final dan angustias, sabores amargos.
Segundo, disfrutar es gozar del fruto (del resultado). Disfrutar está más relacionado al regocijo que nos dará descanso para todo nuestro ser (espíritu, alma y cuerpo). El motivo por el que muchas veces no disfrutamos es porque desvalorizamos lo que realmente vale, porque andamos apurados, angustiados por el pasado, ansiosos por el futuro, distraídos.
Y en mi experiencia, el requisito básico para disfrutar es hacer una pausa. ¡Sí, detenernos y ser conscientes de lo bueno que es saber disfrutar! Entonces vamos a saborear el buen alimento de cada día, contemplar la belleza de la naturaleza que nos rodea, gozar del cariño de la familia y las buenas amistades, mirarlos a los ojos y abrazarlos, vamos a gozarnos en el trabajo, en el estudio, en el servir a los demás, vamos a escucharlos con atención. ¡También seremos agradecidos por todo! Ser así nos lleva a disfrutar de cada instante.
¿Qué más vamos a elegir disfrutar? Para esto recordemos siempre lo que está escrito en Gálatas 5:22: “En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio”. Esos serán los resultados del disfrutar como quiere Papá Dios.
“Amado Espíritu Santo, gracias por mostrarme qué es de tu agrado que disfrutemos de tus regalos. Te pido que me ayudes a recordarlo y vivirlo cada día. ¡Me devolviste el gozo de la salvación! Te amo”.