Nadie puede negar que el hombre y la mujer fueron creados diferentes. Cada uno tiene un cuerpo distinto, ideado por Dios para que los dos se complementen. Hay también diferencias en la manera de sentir, de percibir lo que ocurre a su alrededor, de ver la vida y hasta de vivir la fe. En ese sentido, cada ser humano es único y especial. Dios también atribuyó funciones diferentes para el hombre y la mujer dentro de la familia. Por ejemplo, como todos sabemos, sólo la mujer es capaz de concebir hijos.
A pesar de tantas diferencias, en lo que respecta a la salvación, hombre y mujer son iguales ante Dios. Ambos reciben en Cristo el perdón de los pecados y la vida eterna. Para Dios, el hecho de que hombre y mujer tengan funciones diferentes en la sociedad no significa que uno sea superior al otro. Así como Dios y Cristo son uno con el mismo poder, pero Dios creó el universo y cuida de él, mientras que Jesús cumplió la obra de nuestra salvación. En este mundo, donde existe una disputa ideológica entre el machismo y el feminismo, que nosotros los cristianos podamos ser un ejemplo de respeto y amor, y que tratemos a todos en un plano de igualdad.
“Padre, enséñanos a cada día reflejar tu amor hacia el otro. Que entre hombres y mujeres esté siempre el amor y el respeto, que más allá de lo diferentes que seamos, ante Ti somos iguales y nos recibes por igual. Tu amor nos cambia y nos une”.