Resulta normal que uno tenga que preocuparse por las situaciones que tenemos que pasar. Se dice que la mayoría de las discusiones en el matrimonio son por dinero. Esto puede ser cierto o no, pero hablando por la experiencia que se escucha en muchas familias, parece ser un punto serio a tener en cuenta.
Siempre es importante pedirle a Dios sabiduría, fe y fortaleza para enfocarnos en lo que es verdaderamente importante y eso, por supuesto, es el Reino de Dios y Su justicia (Mt. 6:33).
En Mateo 6:25 Cristo dice que no nos preocupemos por nuestras vidas, lo que comeremos, beberemos o vestiremos. En los siguientes nueve versículos, Él nos aconseja no estar ansiosos por nada, sólo buscar el Reino de Dios y Su carácter justo. Sabemos que esto es cierto y lo creemos. Pero podemos pensar que cuando Jesús lo dijo eran otros tiempos, que ahora las situaciones son diferentes. La vida es más dura, más estresante.
Salomón dice: “No hay nada nuevo debajo del sol” (Ec. 1:9), y tiene razón. Nuestros miedos y preocupaciones son los mismos que han tenido las generaciones precedentes. El hecho que tengamos computadoras y teléfonos celulares no significa que seamos más inteligentes que Noé.
Cuando Cristo dice: “Por tanto, no se preocupen por el día de mañana” (Mt. 6:34), durante la vida de Jesús, su nación estaba bajo el dominio romano. Aunque los romanos eran bastante benévolos en ese momento, todavía eran gobernantes. Los judíos eran un pueblo severamente gravado. Tenían que pagar varios impuestos tales como los electorales, sobre el agua, la circulación y la propiedad, sobre las aldeas y la ciudad, sobre la sucesión y derechos sobre los bienes que entraban y salían del país. Además de esto, tenían tarifas religiosas por encima de sus diezmos y ofrendas. Tenían que pagar los gastos de los sacrificios del Templo, los pagos a los sacerdotes y el tributo del Templo para todos los varones judíos mayores de doce años.
Al hacer frente a todos estos gastos, la gente siguió siendo pobre. Durante ese tiempo la comida no abundaba y los precios eran altos. Algunos de los más pobres no pudieron encontrar trabajo debido a que los ricos usaban esclavos. Esta pobreza se refleja en la Biblia, ya que una cuarta parte de las parábolas de Cristo tratan sobre el dinero. La gente estaba ansiosa no sólo por el pan de cada día, sino también por el pan de mañana y el pan de la próxima semana. ¡Suena muy parecido a hoy!
Jesucristo vio todo este estrés y miseria de primera mano. Cuando Él habló, fue por experiencia. Él lo había vivido.
En medio de ese contexto, Cristo advierte en contra de hacer tesoros en la tierra (Mt. 6:19). No debemos preocuparnos por la comida y la ropa (Mt. 6:25) porque preocuparse por ellos no agregará ni un día a nuestras vidas (Mt. 6:27). Por eso nos insta a perseguir nuestra meta, el Reino de Dios (Mt. 6:33). ¡Es para lo que Él nos creó!
Cristo sabía que nosotros, como todas las generaciones, estaríamos distraídos, por lo que nos bendijo con estas sencillas instrucciones para mantener un balance y ayudarnos a reenfocarnos cuando permitimos que las ansiedades de la naturaleza humana nos distraigan.
Parafraseando a Mateo: “Cada día trae sus propias preocupaciones, y anticiparlas es sólo duplicarlas”. La manera más fácil para evitar la desesperación de atender nuestras responsabilidades es mantener nuestros ojos fijos en la meta cristiana, el Reino de Dios y Su justicia.
“Querido Padre Celestial, ayúdanos a enfocarnos en ti y dejar nuestras preocupaciones diarias en tus manos, sabiendo que tú eres el dueño de nuestro mañana. Que podamos disfrutar el presente que nos regalas día a día”