¿Alguna vez sentiste que, en lugar de acercarte, te alejabas de tu sueño? Todos atravesamos por esos tiempos de crisis donde nos preguntamos cómo llegamos ahí, cuando hicimos todo para que fuera diferente. Entonces nos preguntamos, ¿por qué Dios lo permitió? ¿Por qué no nos alertó? ¿Por qué no hizo algo para evitarnos este dolor?
El camino que nos proponemos en la vida no está exento de caídas, desviaciones y atajos que nos llevan a ninguna parte. Las crisis que irrumpen en la vida pueden hacernos olvidar el propósito por el que nos esforzamos. Nos nublan la visión, y nos hacen sentir que ya nada tiene sentido. Pero, como dice Victor Frankl: “La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino sólo por falta de significado y de propósito”.
Cada vez que hay pérdidas, habrá opciones. Podemos elegir vivir tus duelos con enojo, culpa, odio, depresión o resentimiento, o decidir usarlas para crecer un poco más, reconociendo que Dios usa todo para nuestro favor. Los que hemos caminado un buen trecho en la vida aprendimos que mañana le encontramos el sentido a lo que hoy no lo tiene.
Como ocurrió con David, tenemos que aprender a perdonar y perdonarnos. Dios y las personas no son culpables de nuestra realidad. Las personas pueden lastimarnos pero no pueden influenciar sobre nuestra actitud. No sirve vivir repartiendo culpas. Quejarnos por cómo fuimos tratados, por Dios y por las personas. Tenemos la posibilidad de adaptarnos a la nueva realidad y desde ahí volver a tomar la iniciativa.
Tomemos el control de nuestra vida. Donde estoy puede no ser nuestra culpa, pero es nuestra responsabilidad. No importa lo que nos ocurrió en el pasado, ni donde creamos que deberíamos estar. Estamos donde estamos ahora mismo.
Hagamos lo que tengamos que hacer para aprender de esta experiencia y para trabajar a través del dolor. Recordemos que es esencial reconocer el propósito de nuestra vida y busquemos a Dios para que nos consuele.
Sequemos las lágrimas, recuperemos la iniciativa y volvamos a caminar, aunque no entendamos todo, porque cuando más oscura es la noche, más cerca está el amanecer.
“Señor, creemos a tu Palabra cuando dice que, Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. Aunque hoy no podamos encontrarle sentido a este dolor, sabemos que hay un plan perfecto para nuestras vidas. Ayúdanos a ponernos en pie y recuperar la iniciativa, seguros de que tu amor nos envuelve. Si comenzarte tu obra en nosotros, la perfeccionarás para tu gloria. En el nombre de Jesús”.