La noche en este versículo representa esa época de nuestra vida, esa temporada donde todo parece ser sombrío, oscuro o frío. Y pareciera que nunca terminará.
Dios no pudo escoger a nadie mejor para hablarnos de noches oscuras que a David. Él sabía de noches oscuras, de persecuciones, de traiciones, de soledades, de dolor y peligros de muerte, de huir de un patrón como de un hijo, de llorar la muerte de un amigo, como la de su bebé recién nacido. Él sabía de menosprecios y humillaciones.
Todos sin excepción, pasamos esos tiempos. Y a la mañana vendrá la alegría. El sol comienza a iluminar, nuestro día inicia, cuando en medio de la oscuridad sin importar cuán densa sea, comenzamos a alabar y adorar a nuestro Dios.
Dios me ha enseñado eso, esa es la mañana que trae alegría, cuando entendemos que aun la noche resplandecerá alrededor de nosotros; y con un corazón rendido seguimos creyendo y honrándolo a Él.
“Jesús, gracias porque en medio de la oscuridad (cada problema, circunstancia que vivimos) tu luz viene y alumbra nuestra vida y nos da esperanza. En ti podemos vivir confiadamente pues tu presencia nos llena de esa paz que sobrepasa todo entendimiento. Tú estás en control y a su tiempo obrarás”.