“Si estás preguntando todo el tiempo ¿Por qué mi pasado fue mejor que mi presente? ¡Eres un tonto!”
-¡No Salomón, no podemos poner eso!
-Bueno entonces pon… (Eclesiastés 7:10).
¿Conoces gente que siempre está añorando tiempos que pasaron? Una cosa es recordar eventos o situaciones pasadas y otra distinta es creer que esos días fueron mejores a los de hoy. Mucha gente vive de glorias pasadas y añoran ese momento. Frases como: “Cuando el Señor me usaba”, “¡Yo oraba por los enfermos y ellos sanaban!”, “Cuando estaba en el primer amor” (como si hubiese muchos amores)… Así, añorando y viviendo experiencias anteriores sin disfrutar una experiencia constante.
Esto que Salomón escribió se cumple fielmente en Hageo 2:3-9, donde Israel cuando se empezaron edificar los cimientos del segundo templo, ya que el de Salomón había sido destruido por Nabucodonosor. Ellos lloraban pensando que no sería igual al primero, que no tendría todo lo hermoso, todo lo que Dios mismo dijo que tendría. Me imagino al pueblo diciendo: “¡Ojalá fuera como el primer templo, tan hermoso!” y añorando esos días, que en la historia judía están señalados cómo “los años dorados” de Israel.
Pero Dios, que conoce todo, y ve lo profundo del corazón del pueblo, manda a que Hageo haga cumplir lo que Salomón ya había advertido años atrás y en ese momento era tan evidente.
“El esplendor de esta segunda casa será mayor que el de la primera, dice el Señor de los Ejércitos. Y en este lugar concederé la paz, afirma el Señor de los Ejércitos”. (Hageo 2:9).
¿Cuántas veces estamos como Israel, olvidamos que Dios es el mismo, que en Él no hay variación y que El hace las cosas nuevas cada día? Que jamás serán más decadentes sino más gloriosas. Nosotros somos sus hijos, por consiguiente, tenemos su ADN y también vamos en avance, no en retroceso. Decidamos ya no vivir de experiencias pasadas, vivamos en experiencias contantes con Jesús.
“Dios mío quiero vivir de gloria en gloria y de poder en poder. Quiero tener una relación tan profunda contigo que mi experiencia sobrenatural sea diaria y se incremente mi fe. Perdón si he vivido en el pasado, ayúdame a ser como la luz del alba que va en aumento, hasta que el día es perfecto, porque sé que en Ti, siempre es un avance, y jamás hay un estancamiento. Me pongo en tus manos, caminemos juntos”.