Mi pasatiempo desde pequeña es realizar distinto tipo de manualidades. Me encanta pintar, coser, pegar, mezclar colores, texturas, transformar materiales. De mi madre heredé el gusto por el tejido. Ella me enseñó a tejer en dos agujas y de grande aprendí a tejer al crochet.
Hace un par de años pude unir lo que amo hacer con la solidaridad y así surgió “Abrigándonos”, un grupo de tejedoras que desarman viejas prendas de lana y las transforman en frazadas solidarias.
Pensaba, mientras desarmaba uno de estos suéters tan bien tejido y ahora descartado, en nosotros. Estamos hechos de buena lana, pero muchas veces nos encontramos de esa manera: descartados, inutilizados, sintiéndonos inservibles. Con una naturaleza tan perfecta, pero derrumbados en un galpón maloliente, esperando quizá nuestra última oportunidad de sobrevivir.
Pensaba que así como yo lo había comprado en esa barata y ahora lo estaba destejiendo para transformarlo en otra cosa; muchas veces nuestro creador también hace lo mismo con nuestras vidas. Nos rescata de la pila de la caridad, nos desarma para rehacernos con sus sabías y amorosas manos para no dañar la lana, nuestra esencia y nos recicla en una nueva creación. Finalmente nos lanza nuevamente a la vida.
Nosotros, que estábamos tirados y ya no servíamos para nada, ahora en las manos del gran Artesano cobramos un nuevo valor y bendecimos a otros.
“Señor, quita de mi mente y corazón ese sentimiento de poco valor. Dejo mi vida en tus manos, porque Tú eres el que me hace útil e importante nuevamente. Sólo en ti soy de bendición a otros”.