Te hubiera encantado conocer a mi amigo Javier. Pocos he conocido con el carisma que tiene él. Organizador de juegos en el barrio, fútbol, básquet y todos los juegos que se les ocurría. Hasta una noche nos prestó el juego electrónico del momento (en la vereda de su casa) para que sus amigos pudieran divertirse también. ¡Un genio!
Cada vez que organizaba un juego, recuerdo que él era el encargado de ir a pedirle permiso a cada madre de los chicos que Iban a jugar. Y ahí, ocurría el primer filtro. De acuerdo a cómo se habían portado en el día o semana, la madre le permitía ir a jugar. Dependía de cómo había su comportamiento, si tendría el permiso o no.
En ocasiones tenemos accesos a ciertos avances, etapas, ciclos de la vida que nos dejan poder disfrutar una siguiente vivencia. Pero hay veces en que no avanza el calendario como a nosotros nos gustaría vivir. El reloj no corre con las pulsaciones de nuestro ánimo. Y esas pausas suelen desmotivarnos y frustrarnos.
Dos temas a tener en cuenta: Lo primero, ¿sobre qué estamos construyendo nuestro futuro, nuestra película? Lo segundo, ¿podemos saber con claridad en qué etapa de nuestra serie estamos viviendo?
Zacarías dice que “Cuando vean la plomada en las manos de Zorobabel, se alegrarán los que menospreciaron los días de los modestos comienzos”. Este profeta se encontraba con el desafiante trabajo de motivar y exhortar a un pueblo que había pasado mucho tiempo sin adorar al Señor (post cautiverio), sin templo aun y sin motivaciones correctas. Estaban atravesando un cambio radical. La restauración del Culto a Dios.
No menospreciar los modestos comienzos (como dice la versión NVI). Esto quiere decir, no tener en cuenta lo que nuestros ojos mortales no nos pueden mostrar. En otras palabras, esto es espiritual. Aunque aún no podamos ver, no podamos disfrutar, ni siquiera pensar. Eso no es nuestra mejor manera de analizar un balance exacto de ¿cómo estamos?
Que no tengamos acceso a lo que siempre hemos añorado, no significa que nunca sucederá. Que no tengamos permiso aun de poder vivenciarlo, no significa que no ocurra. Solo es cuestión de tiempo.
Antes debíamos reunir condiciones para poder obtener el premio, el permiso, los regalos. Hoy tenemos la clave primordial para el destino de nuestra vida. La vid verdadera: Jesucristo. Solo es cuestión de tiempo para que las promesas que han sido depositadas en nuestro calendario sucedan. Él no es un apresurado ni un improvisado. Por eso, no subestimes tus inicios, ni tus comienzos. Tus pequeñeces son lo que le darán la gloria a Dios cuando cada una de las bendiciones se cumpla.
“Querido Dios, me encantaría ser sincero contigo. Me siento frustrado en ciertas ocasiones, no tengo las mismas motivaciones de siempre. Tú conoces muy bien. Pero te creo, creo en cada una de tus palabras. Y te agradezco por cuidarme cuando no tengo las mismas fuerzas, o cuando mis motivaciones se equivocan. Gracias. Quiero seguir caminando contigo. Y que las bendiciones sean las consecuencias de amarte y continuar contigo”.