Qué importante es poder confiar en Dios, pero qué difícil es hacerlo de todo corazón. Muchas veces los “por las dudas” nos llevan a hacer cosas perjudiciales. Yo creo que Dios me va a dar eso que le pedí pero “por las dudas”… y eso impide el accionar de Dios. Él está esperando que tengamos confianza absoluta en Él.
Verbalmente declaramos creer y confiar en su palabra, pero nuestras acciones demuestran lo contrario, solo es necesario ver cómo puede influir en nuestro estado de ánimo un cachetazo de la “realidad visible” (una carta documento, un telegrama de despido, una pelea con mi novia/o, una cuenta que pagar demasiado alta, etc.). Nos cuesta en ese momento pensar en que Dios tiene todo bajo control, que Dios ya previó esa situación y ya envío su respuesta que en tiempo y forma se cumplirá.

La Palabra nos enseña que Dios no permitirá que seamos tentados más de lo que podemos resistir, sino que nos dará junto con la tentación, la salida. La palabra “junto” indica que Dios ya tiene previsto que aprobemos el examen, el asunto es creerlo.
Cuando Eliseo y su criado fueron rodeados por los sirios, el criado, que había visto el poder de Dios a través de Eliseo, se asustó, pero Eliseo le dijo: “¿cuál es el problema?” “Señor, ¿sufres de inconsciencia?”, podría haber pensado. “No estás viendo la realidad” (realidad visible). Pero inmediatamente Eliseo le dice “más son los que están con nosotros que los que vienen contra nosotros”. Eliseo no niega la existencia del problema. Es verdad, había un ejército que los había sitiado y sus vidas corrían peligro desde el punto de vista humano, pero Eliseo confiaba en Dios de todo su corazón.
Él sabía que Dios no lo podía defraudar y su reacción fue la serenidad y confianza absoluta en la situación, al punto que salió, encaró a sus enemigos y les dio instrucciones acerca de hacia dónde debían ir y nadie lo pudo reconocer y sus enemigos fueron derrotados.
Cuando nuestra confianza en Dios es total se demuestra porque “no nos apoyamos en nuestra propia prudencia”. Esto no significa que no debemos ser prudentes, significa que no es nuestra prudencia la que nos da seguridad, sino el cuidado de Dios.
Debemos tener presente todo el tiempo que independientemente de nuestra responsabilidad personal, lo único que puede mantenernos seguros y cuidados es nuestro Señor y es allí cuando entendemos esto que podemos vivir en perfecta paz.
“Señor, ayúdame a confiar en ti, en toda circunstancia, independientemente de lo que yo pueda o no pueda hacer”.