Mientras pensaba en algunas cosas este pasaje me vino a la mente y de inmediato me di la tarea de buscar el versículo para compartir contigo.
Cuando estamos en aprietos sabemos que tenemos un Dios que suple las necesidades que no están a nuestro alcance solventar. Muchas veces Dios ha compensado necesidades, personalmente lo he visto en mi vida y escuchado de boca de otras personas. Sin lugar a duda, la mano de provisión de Dios en momentos de dificultad o escasez se hace presente en aquellas personas que piden de corazón a Dios y no solo por el mero hecho de pedir, sino que la necesidad que tienen es de vital importancia.
Al pensar en riquezas, lo primero que nos llega a la mente es la palabra dinero y muchas veces cuando pedimos a Dios de la siguiente manera “Señor, tú suplirás conforme a tus riquezas en gloria”, pensamos que lo que recibiremos es dinero. Sin embargo, no siempre será así.
Claro que en el cielo hay riquezas en oro, pero también es rico en sabiduría, paz, paciencia, amor, salud y muchas de las veces quizá lo que Dios suplirá en ti es sabiduría para tomar alguna decisión que es de suma importancia para ti y tu futuro, cosa que el dinero no podrá hacer.
Quizá lo que recibirás será paz en esos momentos difíciles donde ni el dinero te traerá la calma; esa paz que inunda tu vida y llena tu corazón al punto de estar tranquilo a pesar del momento difícil que estés atravesando se convierte en la riqueza que Dios tiene para ti, en ese momento de necesidad.
También, probablemente a causa de alguna situación que tuviste en tu juventud, algún agravio por parte de alguna persona que quizá admirabas o amabas mucho, lo que necesites sea abundancia de amor. ¿Y sabes una cosa? Dios te brinda ese amor, porque Él es amor. Él conoce cada una de nuestras necesidades.
El salmista dice: “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo”. (Salmos 55:22). Dios no dejará caer a sus hijos. Él los sostendrá y ayudará llevando su carga. Cuando pidas a Dios, pide que se haga su voluntad. Sea cual sea el resultado, te aseguro que será lo mejor, puesto que Dios nunca se equivoca.
“Señor, tú conoces mis necesidades. Pongo en tus manos mi vida y la de mi familia, porque sé que tú vas a suplir conforme a tus riquezas. Que tu voluntad sea hecha”.