Tenemos la tendencia de acercarnos a una iglesia o a un grupo determinado con la sola intención de ver cómo ese lugar nos puede beneficiar en particular. Pero al menor contratiempo, nuestras expectativas se disipan en pos de una reprimida frustración, que acaricia nuestra conciencia ya adormilada por el vaivén de tantas y tantas excusas.
Y sí, abramos los ojos de una vez por todas y reconozcamos que en una sociedad fluida, nuestro cristianismo también se está volviendo fluido. Nos estamos convirtiendo en creyentes “líquidos”, volátiles, queriendo acomodar nuestras creencias al son de los tiempos o modas huecas. Somos consumidores voraces de unción, creyéndonos libres de ataduras estructurales y pendientes siempre del mejor postor.
Pero aunque alardeemos de ser espirituales, nuestra humanidad siempre nos delata y nos atrevemos a desdibujar el verdadero sentido del Cuerpo al que pertenecemos, atreviéndonos a elaborar un concepto propio, desconectado y desarticulado, que nos hace caminar la mayor parte del tiempo solos y muchas veces perdidos.
Y miramos al mundo, asustado porque no es capaz de superar sus propios miedos, evadiendo compromisos, intolerante con los valores y alardeando de sus vínculos frágiles. Y nosotros vemos llegar la tormenta y nos dejamos empapar por sus aguas confusas antes de ser el refugio que esperan.
Somos hijos de Dios, no seres volátiles ni fluctuantes. Tenemos identidad y vivimos creencias sólidas y verdaderas. Nuestros vínculos han de ser firmes, estables, eternos diría yo, pero no queremos dejar de ser los continuos visitantes de nuestras propias iglesias…
Recuerda, Cristo no te ha salvado para ser oyente, sino para que seas miembro activo de su Cuerpo. No te ha rescatado para que te acomodes en el asiento individualista del triunfalismo, sino para sirvas a los demás y seas agente activo de su Poder y su Gracia. Y te ha dado una cantidad de talentos únicos y necesarios para el correcto funcionamiento de su Cuerpo, que de nada sirven en una soledad narcisista, sino en el marco incomparable de su Reino.