¡Cuánto se aprecia tener empleados o compañeros de equipo íntegros! Sabes de ellos que no tendrán mancha, ni nada les ha de marcar como personas poco confiables, sino todo lo contrario, serán personas que busquen la excelencia. El concepto significa que “la totalidad de la cosa está funcionando bien, no está dividido ni viciado, está integrado e intacto”.
Cuando hablamos de integridad, nos referimos a ser una persona completa, una persona integrada, con todas las partes de nuestro ser trabajando bien y cumpliendo las funciones que se les solicitó que desempeñaran según su diseño.
En mi recorrido por varias ciudades, capacitando personas y ayudándolas a extender sus límites, a sacar a luz sus talentos y virtudes, me encontré con algo que es común en la raza humana: tendemos a olvidarnos de la integridad. Bastardeada como valor, olvidada por la juventud, arrinconada por el éxito fácil, la integridad suele ser una mala palabra en ciertos ambientes, por no decir todos los ambientes donde la corrupción hizo agujeros en la sociedad.
Dice el Dr. Henry Cloud, autor del libro “Integridad”, de Vida-Zondervan: “…cuando pensamos en el carácter o la integridad, por lo general pensamos en cuestiones relacionadas con la moral y la ética. Deseamos que alguien sea ‘confiable’ o ‘fiel’. Deseamos no tener que auditar sus números. Y si esas cosas están en su lugar, entonces dejamos el tema del carácter a un lado y nos ponemos a hablar de capacidades en los negocios o para el desarrollo, competencias y cosas por el estilo.
Sin embargo, cuando miramos al mundo real, existen dimensiones del modo de ser de una persona que afectan profundamente los resultados, la estela que van dejando y que decididamente guardan relación con la tarea y muchísimas veces no reciben la atención que merecen”.
En nuestra sociedad de hoy la moral y la ética suelen ser conceptos anticuados que pocos coleccionistas intelectuales quieren tener. Parece ser el último harapo viejo en el arcón de la abuela. Pero sigue siendo tan vigente a la hora de confiar. A la hora de dejar a otro a cargo de algo de nuestro interés. Crear confianza va de la mano de la integridad. Cuando un empleado me muestra que es fiel, que lo que promete cumple, que es ordenado en su trabajo, siento que su integridad me da confianza para darle otras tareas de mayor responsabilidad y que, a su vez, le permita desarrollarme más y mejor. Porque confiar es sentirse totalmente despreocupado, ese flanco está cubierto y yo puedo trabajar en otras áreas de la compañía con la seguridad de que aquella que fue confiada ya no es una preocupación para mí. No tengo que cuidar mis espaldas, ese empleado o colaborador lo hace por mí. Cuando cuentas en tu equipo con las personas correctas la tarea es más efectiva y demanda menos esfuerzo de tu parte.
“…Hay exigencias interpersonales como personas difíciles y relaciones que uno debe negociar y hacer que funcionen. Todos han experimentado esta realidad, cualquiera sea el nivel de empresa en el que haya operado. El propietario se pregunta luego de una remodelación: ‘¿Habría salido mejor esto si hubiera tratado de forma diferente con aquel contratista?’. El padre sale de la reunión con los maestros de su hijo preguntándose: ‘¿Habría tenido una mejor oportunidad mi hijo si yo hubiera tratado mejor con ese maestro?’. El jefe marcha por el pasillo preguntándose: ‘¿Obtendríamos mejores resultados si yo hubiera sido capaz de enfrentar las cuestiones de esa persona de manera más efectiva?’. Y todos se han preguntado alguna vez: ‘¿Me iría mejor si de alguna manera hubiera podido llevarme mejor con mi jefe?’. Y siempre está presente la realidad de hacer que las personas o un equipo de personas confíen en ti lo suficiente como para hacer que las cosas marchen bien”, continúa diciendo el autor del libro. Por eso es que descubrimos que hay algo más que ser exitoso en el cumplimiento de las metas y en las relaciones personales, que ser competente y capaz de construir alianzas y redes. Tan solo piensa cómo sería si pudieras estar unificado con todas tus capacidades y potencial. Esto es “Integridad”, estar unificado con todas tus capacidades y potencial, en una relación que ayuda a construir y añadir a otros. Como dijimos al principio, es completo, no tiene fisuras.
Una de las palabras que se aproxima bastante a integridad en su significado es el término hebreo que se traduce por “virtud”. Si buscas sus orígenes y significados, uno de ellos es “fuerza”. Alguien virtuoso es una fuerza, y una fuerza siempre deja un resultado. Cuando un huracán azota una ciudad, usted puede observar los resultados de su fuerza. Cuando el viento sopla sobre el agua o a través de los árboles, puede ver el resultado de su fuerza. Del mismo modo, cuando avanza por la vida, y pasa por la empresa u organización, por su carrera de estudios, si es que aún te encuentra capacitándose, y por sus relaciones, su carácter será una fuerza.
Como ya vimos, cuando se discute acerca de la “integridad”, se habla de honestidad y de ética. Ese es un aspecto de su fundamento, ya que sin esta característica no podría haber nada. Si alguien es un mentiroso o engaña, entonces no se puede ir con esa persona a ninguna parte. Si todos tuvieran esa honestidad básica, no habrían existido los escándalos que sacudieron a Wall Street en las tremendas derrotas de Enron y otros. Todos deseamos estar con personas veraces y honestas. Es parte de la construcción de esa confianza indivisible que trae aparejada la integridad. La triste realidad indica que muchas personas mienten.
La confianza básica y la realidad, como lo llamamos aquí, es que las personas de buen carácter son aquellas en quienes se puede confiar que dicen la verdad y se da a los demás, una representación de la realidad de la mejor manera que se la entiende. Esos son los cimientos de toda la vida, desde los negocios al gobierno pasando por la familia, el comercio y la amistad. Sin eso, no tenemos mucho.
Pensar en la integridad, es pensar en virtudes que hacen a una persona indivisible. ¿Lo eres tú?