Estamos en tiempos donde la libertad se pregona de modos confusos. Las nuevas generaciones están creciendo con la creencia que libertad y derecho es hacer “lo que bien les parece”, sin criterios fundamentados ni respetando valores y normas preestablecidas.
Creer que puedo tener una mirada distinta de las cosas no modifica, necesariamente el modo de hacerlas, ni lo que Dios ha establecido.
Con los años se han cuestionado los criterios eclesiásticos, los mandatos y la cultura religiosa, pero quienes no se fundamentan en la Ley de Dios pueden confundir los colores.
Leía hace poco acerca del daltonismo. Es una alteración de origen genético que afecta a la capacidad de distinguir los colores. Mayormente se presenta la dificultad entre los matices de rojo y verde. Es una enfermedad que suele ser hereditaria. Quienes la padecen, no son conscientes de su dificultad, hasta que les genera un problema.
Imagina avanzar en semáforo rojo, ¡sólo porque a tu parecer es verde! Sería fatal. Cuando quieres mirar la vida con los colores que te imaginas, se produce el caos. Dios ha establecido el diseño de las cosas, el orden y su modo de lograrlas. Salirte es ponerte en riesgo.
Piensa por un momento qué luz se mantiene encendida de acuerdo a Su voluntad (roja/verde):
Ese negocio que quieres empezar.
Esa carrera que buscas emprender.
Esa relación amorosa que estás iniciando.
Ese equipo de amigos del club.
Ponerle condimentos de bueno a lo malo, pone en riesgo tu presente e hipoteca tu futuro. Deja de pintar de verde aquello que para Jesús es rojo. Cuida tu santidad, no dañes tu salud ni manches tu trayectoria. No negocies tu don ni suavices tu llamado. No alteres los tiempos que proféticamente te fueron marcaron, ni busque tu parecer para las cosas que sabes que no te representan como hijo de Dios.
No te vuelvas un “sabio en tu propia opinión”, ni “te apoyes en tu propia prudencia”. Reconocer a Dios en todos tus caminos es respetar el verdadero color de las cosas.
“Señor, danos el valor que necesitamos para poner fin a lo que nos saca de Tu voluntad. Ayúdanos a respetar las señales que nos pones en el camino y ser hacedores de tu voz. Devuélvenos la capacidad de mirar las cosas por el color que tienen y no ser nunca más confundidos”.