Actualmente, no hemos encontrado con ideologías cada vez más diferentes y controversiales que provocan una serie de discusiones e indiferencias por parte de cada uno de los oyentes que lo único que tratan de hacer es corregir a aquel predicador que lleva un mensaje “torcido”. Lamentablemente esa no es la manera. Las discusiones por causa de aquellos sermones pueden provocar una división y alguno de los casos, hasta la muerte espiritual de algunos siervos.
1 Timoteo 4:1 dice: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”.
En la carta a Timoteo escrita por el Apóstol, Pablo le exhorta a Timoteo, siendo el joven encargado de una iglesia en Éfeso, a dirigirse conforme a la voluntad de Nuestro Señor, desechando doctrinas falsas que desde aquellos años esperaban a surgir (64 d.C.).
Tan importante para el Apóstol Pablo es el correcto mensaje que escribió 2 cartas a Timoteo enseñándole de diferentes temas para la dirección de una iglesia, pero su principal propósito era el instruirle de manera correcta para que Timoteo pudiese dar un buen mensaje a la congregación.
Amigos y hermanos, estamos en unos tiempos difíciles, donde muchas ideas están surgiendo. Algunos, por no tener problemas con los demás, aceptan dichas doctrinas e ideologías y las aplican a su iglesia. Por mi Parte, yo no cambio la Palabra de Dios por alguna ideología moderna que pueda dañar el Cuerpo de Cristo, y sí, me han dicho religioso, pero prefiero que me digan así a seguir una “corriente estancada”.
Con esto no te digo que cambies tu mentalidad en cuanto al correcto mensaje, al final todos daremos cuentas de nuestros actos, lo que sí quiero que entiendas es que, si las Escrituras mencionan que habrá doctrinas falsas y falsos profetas, “créele” y ten discernimiento de Espíritu en constante comunión con Dios.
El enemigo está tomando terreno y ahora, en las mismas congregaciones. Hagamos algo y volvamos a ser la Iglesia que Dios desea. Seamos ese buen mensajero, apegado a las escrituras, la doctrina de los apóstoles, a la presencia de Dios.
Cito al pastor Dr. Daniel de los Reyes, de Asambleas de Dios México: “Ay de nosotros cuando la predicación es un buen discurso, pero no la palabra de Dios”.