2 DE ABRIL, DÍA MUNDIAL DE LA CONCIENTIZACIÓN SOBRE EL AUTISMO
Somos una familia cristiana, vemos la mano, provisión y asistencia de Dios en cada una de las situaciones que vivimos. ¡Sí, en cada una de las situaciones!
Aunque estas incluyan aceptar el diagnóstico de un hijo con autismo; porque sabemos que Dios obra en toda situación para el bien de los que lo aman. Dios tiene un propósito especial para David (nuestro hijo) y para toda la familia, en parte haber escrito libros sobre la materia y estar escribiendo este devocional para el día 2 de abril, Día Mundial de Concientización sobre el Autismo, es una muestra de ese propósito divino.
Entender este propósito, el hecho de criar y educar a un hijo con discapacidad en ocasiones es difícil, el hecho de que cuesten las salidas y actividades fuera del hogar, o las distintas adaptaciones que hay que realizar sobre acciones cotidianas del diario vivir; lo torna todo difícil. Entender que Dios vio algo en mí para dejarme esta tarea de cuidado, amor, educación y crianza; en ocasiones es difícil de entender. Pero no tengo dudas de que Dios tiene un propósito para toda persona y difundir y concientizar la necesidad de alcanzar a las personas con discapacidad es parte de mi propósito.
En este día de concientización sobre el autismo, quiero hacerte reflexionar sobre cómo nuestras congregaciones se vinculan con las personas con discapacidad.
A través de cientos de años se han levantado muros en torno a las personas con discapacidad; muros que les impiden participar y desarrollarse a pleno en nuestra sociedad (incluidas nuestras congregaciones). Muros que los encierran o que aún peor, los dejan afuera. Los muros que aún hoy en el siglo XXI levantamos, son muros de vergüenza, prejuicios teológicos, odios, ignorancia, falta de información e incomprensión cultural.
Por tal motivo es necesario derribar esos muros, a través de la construcción de un nuevo paradigma. Una nueva mirada centrada en el amor de Dios; que brinde recursos de apoyo para que miles de personas con discapacidad puedan desarrollarse y acercarse a los pies de Jesús. El único que puede dar respuestas a sus vidas y un propósito genuino para vivir el día a día más allá de las circunstancias. Derribar esos muros y acercar a este colectivo a los pies de Jesús es un mandato de nuestro Señor expresado en la Gran Comisión.
“Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo…” (Mateo 28:19).
La Gran Comisión no hace diferencia de personas, claramente declara que la tarea misionera de la Iglesia (es decir, de cada cristiano) es alcanzar a todas las naciones. Teniendo en cuenta que las personas con discapacidad representan un 15% de la población mundial; si en nuestras congregaciones no se evidencia ese porcentaje; en el mejor de los casos, estamos cumpliendo con el 85% de la Gran Comisión.
Nuestra visión de la discapacidad no va a cambiar mientras sigamos viendo la silla de ruedas y no a la persona sentada en ella.
El desafío de la Iglesia hoy es hacer los ajustes necesarios en infraestructura, programas y visión para ir en busca de las personas con discapacidad y darle un cumplimiento total a la Gran Comisión.
“Padre amado que estás en los cielos, abre nuestras mentes para ir en busca de las personas con discapacidad, así como lo hicieron los cuatro amigos del paralítico; motívanos Señor para estar dispuestos a romper techos, es decir saltar toda barrera para llevar a las personas con discapacidad a los pies de Jesús”.
¡Gran abrazo, Daniel! ¡Gracias por compartir tu experiencia!
Gracias Pablo Abrazo.