12 DE ABRIL: DÍA INTERNACIONAL DE LOS NIÑOS DE LA CALLE
Hoy, en el Día Internacional de los Niños en la Calle, reflexionamos sobre la realidad de aquellos pequeños que enfrentan la dureza de la vida en situaciones de calle. Son niños que a menudo son invisibles para muchos, pero no lo son para Dios. Él ve cada lágrima, cada suspiro, y su corazón está lleno de amor y compasión por ellos.
En la Biblia, Jesús nos enseña la importancia de acoger a los niños y cuidar de ellos. En Mateo 18:5 nos dice que, al recibir a un niño en su nombre, estamos recibiendo al mismo Jesús. Esto nos muestra el valor que Dios le otorga a cada niño, independientemente de su situación o circunstancias.
Imagina por un momento a Jesús caminando por las calles, encontrándose con esos niños que buscan un refugio, comida o simplemente un poco de amor y atención. ¿Qué haría Jesús? Seguramente los abrazaría, les mostraría su amor incondicional y les ofrecería esperanza para un futuro mejor.
Así como Jesús mostró compasión por los niños en su época, también nos llama a nosotros a hacer lo mismo en la nuestra. Podemos hacer una diferencia en la vida de estos niños al ofrecerles nuestra ayuda, apoyo y amor. Podemos ser manos y pies de Jesús en la tierra, extendiendo su amor a aquellos que más lo necesitan.
Nuestra sociedad adultista ignora a los niños. Lo adultos somos los importantes; los niños no. En lo discursivo sí, pero en los hechos no. Los vemos pidiendo en las esquinas y seguimos caminando. Somos testigos de maltrato a niños y no nos animamos a denunciar, por miedo a tener problemas. Y esa indiferencia permite que sigan sucediendo crímenes contra ellos, que se cobran vidas.
Hoy los niños en la calle están expuestos a toda clase de peligros; No sólo que se les priva de su derecho a estudiar, sino que son vulnerables a la explotación laboral, a las redes de tráfico de personas, de prostitución infantil y de narcos que buscan captarles para su mafia.
En este día, oremos por los niños en situación de calle en todo el mundo. Oremos y actuemos. Oremos para que encuentren protección, cuidado y amor. Y que lo encuentren en nosotros. Ser familias de abrigo, u hogares de tránsito o anotarnos en el registro de adopción sería un buen comienzo. Denunciar las injusticias que vemos también. Jesús lo hubiera hecho.
“Padre celestial, tú nos mostraste tu amor incondicional a través de Jesús; danos ese mismo amor sacrificial a nosotros, especialmente por aquellos que están en situación de calle, los más desprotegidos. Te pedimos que protejas y cuides a estos niños, líbralos del mal. Hazles justicia. Dales un hogar; una familia que los ame y eduque en tu camino. Haz de nosotros esos instrumentos vivos de tu amor. En el nombre de Jesús”.