Cuando Salomón terminó de orar, cayó fuego del cielo que consumió los sacrificios y las ofrendas quemadas, y la gloriosa presencia del Señor llenó el templo. Los sacerdotes no podían entrar en el templo del Señor porque la gloriosa presencia del Señor lo llenaba. Cuando todos los israelitas vieron que el fuego descendía y que la gloriosa presencia del Señor llenaba el templo, cayeron postrados rostro en tierra y adoraron y alabaron al Señor diciendo: “¡Él es bueno! ¡Su fiel amor perdura para siempre!” (2 Crónicas 7:1-3).
En medio de ese fervor y presencia de Dios, el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios al Señor, acompañaban el canto con la música de los instrumentos que el rey David había hecho para alabar al Señor. Los levitas y los sacerdotes hacían sonar las trompetas mientras todo Israel estaba de pie. Al octavo día hicieron la ceremonia de clausura y al final de la celebración, Salomón despidió al pueblo. Todos estaban llenos de alegría y muy contentos porque el Señor había sido bueno con David, con Salomón y con su pueblo Israel.
La respuesta de Dios a Salomón fue: “Luego una noche el Señor se le apareció a Salomón y le dijo: He oído tu oración y he elegido este templo como el lugar para que se realicen sacrificios. Puede ser que a veces yo cierre los cielos para que no llueva o mande langostas para que devoren las cosechas o envíe plagas entre ustedes; pero si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra”.
La respuesta y bendición de Dios implica algunas condiciones. Dios está dispuesto siempre a bendecirnos y espera nuestra obediencia. Por medio de Su Palabra, La Biblia, Dios nos habla a través de sus páginas reveladas por el Espíritu Santo. Cuando oramos, tenemos la inmejorable oportunidad de hablar con Dios ante quien, si nos humillamos y nos apartamos de una conducta impropia, nos perdona y nos bendice.
“Amado Dios, me humillo ante ti, pido perdón por mis faltas y dispongo mi vida a buscar tu rostro. Sé que tu bendición estará sobre mi vida y sobre mi familia”.