El Rey David estaba pasando por una situación difícil, estaba huyendo de sus enemigos, se refugió en una cueva, sintió miedo a pesar de estar con Dios, se dejó llevar por sus sentimientos terrenales y casi cae en la desesperación. Pero justo antes de hacerlo recordó que estaba con Jehová, el Dios Todopoderoso y siendo así nadie podía hacerle frente.
Sin embargo, David hace esta oración en esa cueva donde se ocultaba y le pidió misericordia al Padre celestial. En esta oración reconoce que Jehová es el creador maravilloso, Todopoderoso y el único digno de toda alabanza y adoración.
La prisión es una imagen de problemas abrumadores, pero no estamos solos, en esta lucha no nos dejemos vencer por lo que digan los demás negativamente, o nuestros pensamientos.
Nutrirse con la Palabra y orar, abrir nuestra boca y mirar a los cielos sabiendo que de allí, nuestro Dios nos ayudará. Él se manifestará con poder en tu vida, un día terminará toda confusión, todo encierro, ese día Dios dará la orden de actuar a tu favor, estarás listo para abrazar tu milagro.
“Querido Dios, en este día abro mi boca para decirte que Tú eres mi salida, miro a los cielos, sabiendo que allí viene mi esperanza, que mi milagro está en camino”.