Su nombre es Luis Fernando. Es joven. Estudió la carrera de bioquímica. Es feliz. Vive con pasión cada instante de la vida.
Su historia podría pasar desapercibida en el afán de la ciudad, con personas presurosas yendo de un lado a otro en medio del embotellamiento de vehículos cuyos conductores hacen sonar las bocinas con intolerancia al tiempo que los vendedores de periódicos anuncian a viva voz la noticia del día, procurando vender un ejemplar.
Pero su caso es diferente. Padece la enfermedad de los huesos de cristal, conocida científicamente como osteosis imperfecta. Es la debilidad ósea por carencias en la producción de una proteína.
En su niñez tuvo más de 30 fracturas en diferentes partes del cuerpo. Perdió la cuenta de las veces que lo ingresaron a un quirófano. Se acostumbró al bep bep de los aparatos hospitalarios y al penetrante olor a medicamentos, mientras esperaba a que lo atendiera un especialista.
Pero a pesar de las adversidades no ha perdido la fe. Desarrolló el entusiasmo, aprendió a valorar cada minuto como si fuera el último, y se mantiene firme gracias a la perseverancia, virtud que ha cultivado con el paso del tiempo.
No se deje vencer
Luis Fernando es colombiano. Se ha dedicado a investigar su enfermedad con el ánimo de ayudar a otras personas que la padecen. Con ese propósito ha recorrido infinidad de países. Comparte su testimonio de fe y esperanza.
Cuando la adversidad toca a nuestro puerto, tenemos dos caminos: darnos por vencidos y dejarnos arrastrar por las aguas correntosas de la desesperanza, o creer en Dios y salir adelante.
La decisión la tomas tú. El camino que elijas determinará tu fracaso o victoria. En la Biblia leemos una poderosa enseñanza del apóstol Pedro: “…vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad…” (2 Pedro 1: 5, 6 | RV 60). Recuerda que paciencia está ligado a la perseverancia.
Otro texto alentador lo escribió el apóstol Pablo: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3: 13, 14 | RV 60).
Cualquiera sea la situación que podamos enfrentar, tú y yo estamos llamados a perseverar. No podemos darnos por vencidos. La palabra fracaso no debe figurar en nuestro diccionario. Emprende una nueva vida
Jamás olvides que la Biblia enseña: en Cristo somos más que vencedores. Y, a propósito de Cristo, ¿ya lo recibiste en tu corazón como tu único y suficiente Salvador?
Decídete hoy a emprender el proceso de transformación que tanto necesitas, no en tus fuerzas, sino por la gracia del Padre. Él perdona nuestros pecados en respuesta a un sincero arrepentimiento. Y, si no has recibido a Jesucristo como Señor y Salvador, hoy es el día para que emprendas el viaje maravilloso hacia el cambio y crecimiento personal, espiritual y familiar.
“Padre celestial, gracias por estar conmigo en todo momento. Reconozco que, por luchar en mis fuerzas, muchas veces me he dejado arrastrar por la adversidad. En medio del dolor he culpado a todo y a todos. Hoy quiero cambiar con tu divina ayuda. Deposito toda mi confianza en el poder que tienes para levantarme cuando caigo en derrota. Quedo en tus manos en este día”.